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Capítulo 05

Eslovaquia, año 896 d. C.

Las gotas de agua caían sobre mi cabello, empapándolo por completo. Me mantenía detrás de un árbol viendo a la familia Mellark sepultar a sus dos seres queridos.

A...Aland.

Y al pilar de su familia; August Mellark.

Este último, lo merecía, merecía sentir la agonía, el dolor. Lo que le hizo a mis padres no tiene perdón, es por eso que debe arder en el infierno. Espero que lo haga.

Espero que tenga el castigo que merece.

Pero...Aland. Él solo era un chico dolido y enojado, me vio matar a su padre y eso lo llenó de rabia, lo entiendo totalmente.

Le hice lo mismo que su padre me hizo a mí.

Le arrebaté a alguien que quería, justo lo que August Mellark me hizo a mí.

Fijé lo vista en todas esas personas que lloraban por sus seres amados, esos que ya no están más. Tomé una respiración profunda, antes de desviar la mirada y alejarme del lugar por completo.

Apenas han pasado dos días desde lo que pasó, el ansia aumenta cada vez más. Intento controlarlo, intento ignorarlo, pero no puedo.

Mi cuerpo reclama sangre.

La pide a gritos.

Pero he estado escondida desde entonces, me he ocultado en el bosque durante este par de días. Tomé algunas cosas de casa y me fui, antes de que me busquen y de nuevo intenten matarme.

Porque sé que si intentan atacarme, entonces ya nada podrá pararme.

Ya no me queda ningún motivo para detenerme.

Me adentré al bosque y caminé por todo el sendero que me llevaba a mi escondite, estaba amaneciendo y es mejor que me oculte.

He visto...he visto lo que la luz del sol le hace a mi rostro.

Me convierte en un monstruo...

El sonido de las ramas crujiendo detrás de mí, me hizo salir de mis pensamientos y girarme rápidamente.

Me quedé pasmada en mi lugar al ver un total de diez personas a unos metros de mí, todos sucios, ensangrentados y con una expresión de confusión.

Pero eso no fue todo.

Esas personas.

A todos ellos, los asesiné.

Son algunos de los muertos que dejé esa noche.

Son todos aquellos a los que les saqué el corazón...

*******

Vermont, año 2017.

Me levanté de golpe de mi asiento y alcé la mano.

―¿Puedo ir al baño? ―La pregunta salió de mi boca sin que pudiera contenerla.

La señorita Lowter me miró y asintió.