Capítulo 14.

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Vermont, año 1955.

Coloqué el libro en la repisa, justo en el lugar donde lo tomé. Sacudí las manos y me alejé unos cuantos pasos para dar la vuelta y volver al pasillo. Caminé por todo el lugar hasta detenerme frente a la puerta blanca que no está del todo cerrada.

Toqué con delicadeza y cuando escuché la invitación desde el interior, entonces entré.

El niño de apenas doce años, está recostado en su cama, leyendo algún libro de su propio estante repleto de ellos. Le gusta mucho la lectura, así que cada semana, tiene uno nuevo. Si no lo compra o se lo regalan, lo roba de mi librero.

Y eso no me molesta, me gusta que mate el tiempo así.

Leer es la parte más normal en su vida.

Porque lo demás...

Bueno, eso no lo sabe.

―¿No se supone que mañana tienes clases? ―Cuestioné, cruzándome de brazos.

Jeremiah levantó la cabeza para mirarme.

―Mañana es sábado, Less.

―¿Y por eso te quedarás toda la noche leyendo en lugar de dormir? ―Me adentré en la habitación―. Aparte, ¿por qué lees un diccionario?

Hundí las cejas cuando caí en cuenta de que eso es lo que se encuentro en sus manos justo en este momento. No lo había visto con atención.

―Busco una palabra ―Suspiró, dejándolo sobre sus piernas―. No la encuentro y empieza a darme sueño.

Me senté a la orilla de su cama.

―¿Y qué palabra es? Tal vez puedo ayudarte, si buscamos entre los dos podría ser más rápido y podrás dormir más tiempo.

Me tendió el diccionario.

―Vardigor.

Me quedé quieta en mi lugar, ni siquiera pude estirar la mano para tomar el objeto que me ofrece.

―Vardøger ―Solté, aún sin salir de mi aturdimiento.

Sus ojos brillaron con reconocimiento, antes de volver a atraer el diccionario y comenzar a hojearlo nuevamente.

―¡Sí! Debe ser esa la razón por la que no pude encontrarla ―Sonrió―. La busqué mal todo este tiempo.

Le quité el diccionario de las manos, ocasionando que el pequeño me lanzara una mirada llena de consternación.

―No lo encontrarás ahí.

Ladeó la cabeza.

―¿Cómo lo sabes? ―Preguntó, después se inclinó―. ¿Sabes lo que significa?

Coloqué mi índice sobre su barbilla, levantándole un poco la cabeza.

―¿Dónde la escuchaste, Jeremiah? ―Cuestioné, mirándolo a los ojos―. ¿Quién te dijo eso?

Bajó la cabeza, por lo que de nuevo la alcé con mi dedo.

―Una de las profesoras de mi colegio la dijo.

―¿En la clase?

Negó.

―A mí. En el pasillo.

Lo solté con suavidad.

―Iba a mi siguiente clase cuando ella salió de la nada. Me tomó del brazo, me acercó a ella y se inclinó para decírmela ―Su mirada se entristeció―. Ella dijo que tengo una maldición.

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