Capítulo 03.

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Eslovaquia 896 d. C.


Empujé la puerta con todo mi cuerpo y caí de rodillas en la entrada de mi hogar. Rápidamente cerré detrás de mí y me recargué contra la dureza y frialdad de la puerta. Pase saliva un par de veces y cerré los ojos con todas mis fuerzas cuando el silencio del lugar se hizo más intenso.

Mi casa era tan silenciosa que incluso podía escuchar el bullicio afuera, personas gritando por ayuda, asustados, llorando y sollozando.

Me llevé las manos a los oídos y los cubrí, intentando que con eso el ruido disminuyera.

―Silencio...por favor, solo callense ―Gemí dolorosamente―. Se los suplico, van a enloquecerme...

Intenté concentrarme, de verdad que lo intenté, pero el olor de la sangre fresca del exterior me seguía llamando, reclamaba mi atención.

No puedo ir, no puedo hacer eso.

No soy una bestia, no se supone que la sangre humana sea algo que deba consumir.

No...

Sacudí la cabeza y miré mi vestido, estaba completamente sucio y destrozado, estaba lleno del liquido carmesí, ese que estaba por todo mi cuerpo. Ni siquiera es mi sangre, es de las personas del pueblo. Personas que yo maté.

Tomé una respiración profunda y pensé en la carta que mi madre dijo que dejó para mí. Me puse de pie y caminé a paso rápido a mi alcoba, puse el lugar boca arriba, intentando dar con esa nota hasta que finalmente la encontré. La tomé entre mis manos y me senté a la orilla de la cama para empezar a leer.

Mis ojos se llenaron de lágrimas con cada palabra escrita en ella.

"Hola, cariño.

Tal vez, para este punto debes odiarme con todas tus fuerzas, no te culpo. Lo que te hice fue una bestialidad, ¿qué clase de madre asesina a su hermosa niña?

Y probablemente aún sigas sin entender las razones del porqué lo hice, seguro estás tan asustada y no estoy ahí para consolarte. Así que dejé esta carta para explicarte, para explicar lo que los espíritus me dijeron cuando hice el trato con ellos.

Ellos me aseguraron que la daga de plata en tu pecho junto con el hechizo, te traería de vuelta a la vida, pero más fuerte, indestructible y poderosa. Nadie podría dañarte jamás, hasta el día que murieras. Dijeron que vivirías una vida feliz y larga, que serías poderosa hasta que envejecieras, que tendrías hijos y formarías una familia de brujos Valkensen.

Vas a continuar con nuestro linaje y no quedaremos en el olvido.

Y sobre todo, estarás bien.

Pero, como todas las cosas, hay precios a pagar. Tendrás hambre, realmente estarás hambrienta. Y lo único que calmará tu sed, será la sangre de los demás.

Sé que es horrible, pero tomé el riesgo. Es la única forma en la que vivirás más años, no podría pensar en que morirías siendo una niña, sin haber vivido nada.

No podía imaginar que no te casaras, que no tuvieras descendencia. Que no fueras feliz.

No podía ni imaginar que no podrías conocer el amor.

Por eso hice esto, por eso di mi vida por la tuya. Porque es lo que una madre hace.

Y para cuando me alcances, el día que la luz se apague para ti y hayas vivido esa vida plena y feliz que los espíritus prometieron, entonces espero que hayas podido encontrar el perdón en ese corazón noble que tienes. Sé que lo harás, sé que tal vez algún día consigas perdonarme.

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