Capítulo 07.

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Vermont, año 2017.

Tomé una respiración profunda, antes de tocar suavemente la puerta. Esperé pacientemente un par de minutos, hasta que finalmente abrió.

Mantenía su brazo contra su pecho, presionaba una gasa contra su herida y había una expresión de cautela y desconfianza en su rostro.

―Hola ―Saludé en un tono bajo.

Se aferró al pomo con la mano que estaba bien.

―Eh...hola ―Carraspeó.

Me balanceé en mi lugar, sintiéndome un tanto nerviosa por su mirada.

Soy la criatura más vieja y poderosa del mundo, ¿y la mirada de un humano me pone nerviosa?

Dios, realmente estoy mal.

―¿Puedo pasar? ―Pregunté. Wilden tragó saliva, parece que no sabe qué responder―. No podré entrar si no me lo permites.

―Sé que eres ―Soltó rápido―. Tú y el hombre que me atacó. Sé que son. Y sí ya jugaste con mi mente y lograste que hiciera lo que querías, ¿qué más da si me obligas a dejarte entrar?

Me crucé de brazos.

―Lo haría. Pero lo invitación debe ser sincera ―Hice una mueca―. Sin trucos, sin obligación, invitarme a tu casa tiene que ser algo que salga de ti. Así que, ¿puedo entrar?

Tomó una respiración profunda, moviéndose lentamente para darme acceso.

―Puedes entrar.

Me moví despacio al interior de la casa. Miré el lugar, intentando distraerme del silencio en el que nos habíamos envuelto. Su casa es bonita, ordenada y huele a lavanda. Hay fotografías en las paredes color beige, muchas fotografías para ser sincera.

Sin poder evitarlo, caminé hasta ponerme delante de una de ellas. En ella hay una niña y un niño, ambos abrazan a un hombre mayor y parece que están en un lago pescando. Puedo reconocer al hombre, incluso cuando se nota que no tiene la edad con la que lo vi la última vez.

―Es... ―Señalé la fotografía.

―Mi hermana, mi abuelo Jeremiah y yo ―Terminó por mí.

Alcé mi mano y toqué el rostro del hombre con la punta de mis dedos. Sentí mis ojos cristalizarse y sentí el nudo formándose en mi garganta.

Carraspeé, intentando eliminarlo por completo.

Giré hacia Wilden, su entrecejo estaba fruncido por mi actitud.

Sacudí la cabeza y caminé de vuelta a él, por lo que instintivamente retrocedió. Me detuve en mi lugar antes de asustarlo más.

―¿Duele mucho? ―Cuestioné, señalando su brazo.

―De hecho, sí.

―¿Y solo te colocaste una gasa pars detener la sangre? ―Inquirí―. ¿No tienes botiquín o algo?

―Lo que quedaba se terminó la última vez que Syl...―De detuvo abruptamente, por lo que alcé la ceja―. No he comprado más suministros, no he tenido tiempo.

Asentí lentamente y di un paso. Él retrocedió dos.

―No te alejes, te he dicho que no quiero lastimarte ―Suspiré―. Por favor.

Lo noté tragar saliva. Cuando caminé de nuevo, él ya no se alejó, me dejó acercarme hasta estar a centímetros.

Estiré la mano para examinar la herida de su brazo. Ante el leve movimiento, Wilden soltó un siseo de dolor. Alcé la cabeza rápidamente para mirarlo a los ojos.

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