—¡Jennie! – una voz se alzaba, alertando a la chica que se mantenía en el suelo.—No te preocupes, abuela – La chica decía, apenas la voz salia de sus labios, perdiéndose en la inmensidad del bosque.
Se encontraba respirando con dificultad, su cuerpo tendido en el pasto sin poder mover un solo músculo. Su cabeza daba vueltas.
Entrenar a las tres de la mañana no había sido una buena idea después de todo, considerando que eran ya las siete de la mañana.
—Deja de exigirte así, mi niña – la abuelita decía, acariciando lentamente los cabellos sudorosos de su nieta, la preocupación le provoco que unas cuantas lágrimas salieran de sus ojos.
—Por favor, no llores – la chica aún tendida en el suelo, levanto con mucha dificultad una de sus manos, secando las lágrimas, para después dejar caer el brazo con un sonido seco.
—Te dije que iba a ser la alfa de la manada – la chica continua en un susurro. —No quiero quedarme todo el día en cama – la chica continuó, hasta sentir como su voz se rompía.
—Ya no sigas con esto – la abuelita decía, sintiendo su corazón romperse cuando su nieta niega.
—Y-o...necesito saber...lo que paso con papá y mamá... – la voz empezaba a salir cada vez más baja, sosteniendo con fuerza la mano de su abuelita con fuerza.
Jennie sentía como su corazón empezaba a acelerarse, sus ojos empezaban a picar, las calientes lágrimas salían en la fría mañana. Su abuela rápidamente toma a Jennie para intentar llevarla. Al ver que por la vejez no tiene la fuerza necesaria para cargar a una joven de dieciocho años, decide llamar a sus demás nietos con la señal que ellos tienen.
Toma la flauta en sus mano libre, temblando y lágrimas en sus ojos logra llamar, colocando la cabeza de Jennie en su regazo, acariciando.
En el transcurso de los minutos, un aullido muy familiar llamo la atención de la abuela, levantando su cabeza del pecho de su nieta, sintiendo los latidos cada vez menos regulares.
—¡Irene! ¡Mino! – la abuela grita desesperada, viendo dos lobos acercarse desde las sombras de los árboles.
—¡Abuela! – la chica grita, acercándose ya en su forma humana.
—¡Jennie! – esta vez grita el chico, corriendo en dirección de su abuela y su prima.
—¿¡Qué le pasó!? – Irene pregunta desesperada.
—Hablamos en la enfermería, vamos hay que llevar a Jennie – la abuela dice, colocando a Jennie en los brazos de Irene.
Rápidamente Irene se transforma, manteniendo a su prima en su espalda, Mino igualmente se transforma llevando a su abuela, con determinación.
El camino fue silencioso, la tormenta que estaba prevista para hoy se desplegaba, pequeños truenos sonaban, alertando los oídos de los dos lobos.
Irene se preocupaba de mantener a salvo a su prima a través de los árboles, ramas, barro y los diferentes peligros que mantenía la selva estrella.
Al llegar en la máxima velocidad, ambos lobos s destransforman. Irene toma a Jennie entre sus brazos, ignorando el cansancio en su cuerpo, transportándola por la enfermería hasta llegar al más experimentado doctor que ella conocía. Mino y la abuela los seguían por detrás, parece que Mino se había clavado una espina de una de las tantas plantas de la selva. Intenta disminuir el sangrado mientras sigue a sus primas.
—¡Doctor Chang! ¡Doctor Chang! – Irene gritaba, llamando la atención del señor mayor.
—¿Irene..? – el pregunta desconcertado, hasta notar a Jennie inconsciente en sus brazos.
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Ser Tu Alfa, Otra Vez - Jenlisa
Hayran KurguSin saber, Lalisa Manoban rechaza a su alfa con tan solo once años. Después del rechazo Jennie Kim cae en un pozo de enfermedades, logrando así alertar tanto a su abuela quien decide contactar con la misma Lalisa, con la esperanza de que algo cambia...