Los nuevos prefectos.

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Ron Weasley.

Estoy seguro de que llevaba más de 5 minutos contemplándola, ante mis ojos cada facción de su rostro era perfecto; aunque ella no lo viera así. Su hermoso cabello negro azabache contrastaba a la perfección con su pálida piel, su piel era perfecta; y sus largas pestañas adornaban sus ojos, aquellos ojos color miel que tanto amaba ver.

Seguí acariciando su cabello mientras ella dormía profundamente sobre mi cama, el día había sido largo y seguramente estaba cansada, se había quedado profunda después de recostarse un rato sobre el frío colchón mientras hablábamos de Kreacher, y lo grosero que fue hoy en particular cuando limpiamos la casa.

Mientras miraba su rostro, recordé los años que llevaba junto a ella; me llamó la atención desde que las salvamos a ella y a Hermione de aquel troll en primer año, siempre me sorprendía lo inteligente y amable que llegaba a ser en ocasiones. Recordé la vez que tuve que corretear por todo el castillo a Harriet, su gata, para poder ponerle en el collar el regalo de Josephine, en tercer año; me moría por dárselo personalmente y ver su reacción al leer el papelito y notar que me gustaba tanto que había leído una de sus estúpidos dramas favoritos, pero no nos habíamos hablado hace meses y saber que era tan cercana a Cédric me ponía de malas; cuando me enteré de que eran novios termine realmente frustrado, quería que ella estuviera conmigo, no con ese imbécil y caer en cuenta de que había sido yo quién había provocado que corriera a los brazos de él me hacía sentir el mayor imbécil de todos, incluso más que Cédric… Me partió el alma verla tan mal por su muerte, intente acercarme muchas veces para intentar opacar un poco su dolor pero después de lo sucedido ella se aisló, entendía sus razones y respetaba su decisión pero eso no me impedía intentar estar pendiente de ella, en esos días su aspecto fue demacrado, llegaba tarde a clases, incluso a algunas faltaba; se veía más pálida de lo normal y con grandes ojeras; en ocasiones notaba como se perdía en sus pensamientos, sus párpados y nariz empezaban a teñirse de rosa, cómo lo hacían cuando estaba por ponerse a llorar y sabía que estaba a punto de hacerlo; sin embargo, siempre terminaba reprimiendo sus lágrimas; pero ahora estaba mejor, era evidente que lo estaba. A mi mente llegó uno de los más bonitos recuerdos que tenía de ella: fue hace un par de días atrás; estaba en la cocina bailando una especie de danza de victoria junto con Fred, George y Ginny, mientras cantaban a coro: «Se ha librado, se ha librado, se ha librado» después de que Harry volvió con buenas noticias de la vista disciplinar con el ministerio de magia; la felicidad que ella desprendía esa noche era contagiosa, y su risa adictiva, amaba verla así a pesar de lo que había pasado dos meses atrás… siempre admiré su capacidad de reconstruirse.

Un día antes de que terminaran las vacaciones, mientras salía del baño vi que por una ventana entraron unas lechuzas con lo que parecían las cartas de Hogwarts con la lista de libros que debíamos comprar, me dirigí al cuarto que compartía con Harry para entregarle la suya. En cuanto palpe uno de mis sobres pude notar que había algo más que una carta en el interior, así que esa fue la primera que abrí y me lleve la sorpresa de mi vida en cuanto noté que en aquella carta me informaban que había sido nombrado como prefecto, lo que contenía el sobre seguramente era la insignia; en ese momento se aparecieron en la habitación Fred y George a hablar acerca del molesto contenido de la lista, pero estaba tan aturdido con aquella noticia que no podía siquiera escucharlos, no podía creer que me hubieran nombrado a mí, siempre pensé que Dumbledore terminaría nombraríando prefecto a Harry y al parecer no era el único.

-No puede ser -murmuró George en voz baja cuando notaron el contenido de la carta dirigida a mí.

-Tiene que haber un error -aseguró Fred arrancándome la carta de la mano y poniéndola a contraluz, como si buscara algún error en ella- Nadie en su sano juicio nombraría prefecto a Ron.

𝑴𝒚 𝒇𝒊𝒓𝒔𝒕 𝒃𝒊𝒈 𝒍𝒐𝒗𝒆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora