Creación: reconquista

Capítulo 14: ¿A quién le pertenece tu corazón?

Habían pasado unas tres horas desde que Byleth había recordado a Draven y descubierto su conexión con Pantera, y hace poco más de una hora, el chico se durmió encima de su amigo después de tanto llorar. Draven se había acostado y enrollado en el piso, dejando al cuerpo de Byleth en medio de su cuerpo para que este lo usara como almohada. Draven era una bestia fuera de lo común, todas las demás no tenían ningún gramo de voluntad propia ni de capacidades emocionales: su único objetivo era obedecer. Y aunque no era mucho, Draven podía formar pensamientos cortos y simples como: "proteger... amigo", "Byleth... triste". Además de que formó una conexión tan profunda y excepcional con Byleth que podía acceder a sus pensamientos y entenderlos a la perfección.

El momento en el que Byleth volvía a la torre en modo sombra con Draven, los recuerdos que el chico estaba recuperando inmediatamente eran transmitidos a él. Pero para él no significaban mucho, pudo reconocer al pequeño Byleth, pero el otro niño era un completo extraño. Lo único que sacó de los recuerdos es que habían hecho llorar a su domador.

—Deseas entender tus sentimientos, ¿verdad?

De los ojos de Draven, unos hilos de luz brotaron y se fusionaron hasta dar la forma de una pequeña bestia voladora que se posó en la cadera de Byleth. Draven lo vio con detenimiento, determinando si era un peligro para Byleth o no, pero su tamaño era tan diminuto que no le dio tanta importancia.

—Por un momento, te daré la oportunidad de sentirte humano de nuevo. Probablemente no recuerdes nada después, pero no puedo mantener el efecto y no puedo revertir lo que te hicieron aún —dijo la pequeña bestia alada —. Perdóname, solo aguanta un poco más.

Una luz cegadora empezó a emanar de la pequeña bestia, cubriendo todo el cuarto de ella, Draven tuvo que cerrar los ojos, e incluso con los ojos cerrados podía sentir que la luz alcanzaba a quemar sus ojos. La sensación de ardor sobre sus ojos incrementó, haciendo que se tapara los ojos con sus patas. De repente sintió que ya no estaba acostado y al tratar de mover su cola tampoco podía sentirla, sus patas se sentían... suaves y sus uñas no estaban afiladas. Draven abrió los ojos y vio que lo que sus patas se habían convertido en manos como las de Byleth; miró hacia atrás y notó que su cola había desaparecido; todo su cuerpo era similar al de su amigo, lo único peculiar es que él estaba cubierto de un aura oscura que no revelaba ninguna facción de su cuerpo.

A su alrededor solo había luz y más luz, parecía estar flotando en ella. Byleth no estaba, tampoco estaba el cuervo blanco del cual emanó la luz blanca. Él estaba solo en ese espacio que parecía no tener fin, «¿por qué se que como se llama esa bestia?» pensó. Sus ojos se abrieron bastante después de haberse preguntado eso. «¿Cómo puedo tener estos pensamientos? ¿Qué está pasando?». Sus preguntas fueron interrumpidas por la repentina aparición de dos puertas en frente suyo: la de la izquierda emanaba oscuridad de los lados y tenía un diseño simple mientras que la de la derecha tenía un diseño bastante sofisticado; tenía figuras angelicales y flores, y aunque no lo podía ver, había más luz detrás de ella. Sin pensarlo dos veces, Draven abrió la puerta de la izquierda porque le recordaba a Byleth.

—¡Vamos! Mientras más nos tardemos, menos tabletas podrás leer de la biblioteca!

Draven se encontraba corriendo detrás de un niño cuya voz le sonaba familiar, era Byleth. Y no solo él era pequeño de nuevo, Draven también lo era, se encontraban corriendo por una calle del sector académico. «Recuerdo esto, fue la noche en la que se robó un pase para ir a la biblioteca» dijo en su mente. Trató de hablar, pero se dio cuenta de que aunque estuviera articulando las palabras, no las decía; parecía que sólo tenía permitido ver y no interferir con el recuerdo.

—Aún sigo sin creer que te hayas atrevido a robarte un pase para salir sin supervisión, Byleth —dijo Draven con un tono de incredulidad —. Y más increíble es que yo te esté siguiendo como un imbécil.