Capítulo 17: Creación

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—¡Te juro que si no me sueltas, voy a matarte!

—¿¡Crees que estoy haciendo esto por gusto!? ¡No puedo mover mis brazos!

—¡¿Y por qué carajos está todo oscuro?!

—¿Un ombre preguntando por qué todo es oscuro? Definitivamente lo he visto todo hoy.

Después de su choque en el Campo de cenizas, ambos chicos no recordaban nada más, ni su ascenso meteórico hacia el cielo y mucho más allá. Ahora mismo no tenían idea de dónde estaban ni quien era el otro con él que estaban demasiado cerca. Aunque ambos dedujeron que no estaba sobre el suelo, pues no lograban sentir ninguna estructura fija debajo de sus pies, parecían estar flotando... como en ese sueño.

Viendo todo desde la perspectiva de tercera persona, ambos estaban abrazados, Byleth tenía su cara hundida en el pecho de Nil y este último reposaba su barbilla sobre la cabeza del otro; llevaban así unos 10 minutos y ninguno tenía la fuerza para despegarse del otro. Y aunque clamaban no ver nada, sus ojos estaban abiertos, las cuencas negras de Byleth y las cuencas blancas de Nil no eran bloqueadas por ningún objeto alrededor, parecía que se habían quedado ciegos o que alguna fuerza les prohibía ver sus alrededores. Pero lo que más les perturbaba era el hecho de que sus divís no les respondían, eran capaces de sentir la energía dentro de ellos, pero pareciera ser que la energía había ganado una consciencia propia y se rehusaba a tomar órdenes.

—Esto en serio me está irritando, no puedo hacer nada... ¡Aurora!

—¡Naminé! ¿Qué está pasando?

Y como si haber pronunciado ambos nombres fuera la señal, Nil y Byleth sintieron que se separaban de sus cuerpos físicos y viajaban a través del... ¿tiempo? ¿Espacio? No tenían nada claro, pero tenían la certeza de que estaban llegando a un lugar en una época antigua. De repente, sus pies tocaron el suelo, pero este suelo se sentía raro, pues no era bastante sólido; sus pies se hundieron un poco en él. A pesar de no ver nada, Nil y Byleth supieron al instante que estaban en un mundo completamente diferente al suyo.

—Por fin —dijo Aurora —, pensé que este día nunca llegaría.

—Solo nos tomó dos milenios. Si te soy sincera, pensé que tomaría cinco.

Energía comenzó a salir del pecho de ambos chicos y esta tomó la forma de dos cuervos, uno blanco y uno negro; el blanco se paró sobre el hombro izquierdo de Byleth y el negro sobre el hombro derecho de Nil. Estos dos solo pudieron sentir como se pararon sobre su hombro, pero seguían sin ver nada.

—Debí suponer que tú tenías algo que...

—Guarda silencio, Byleth —dijo de forma fulminante Aurora —. Los trajimos aquí para que aprendan lo que una vez fue el mundo y sobre lo que nos fue arrebatado, a ustedes, nuestra creación, y a nosotras, las diosas.

—Así es. Dejen sus lloriqueos para después. ¿Querían la verdad, no? Están a punto de descubrirla.

Naminé y Aurora abrieron sus bocas y de ellas salió un canto completamente distinto al que soltaron en los campos de cenizas; este era reconfortante, lento, las voces eran armoniosas y estaban en sintonía. Los tonos de sus voces eran bajas y al momento, Byleth y Nil recobraron su vista, estaban en un lugar donde todo era gris y plano; no notaban mayor diferencia entre este mundo y el suyo. Pero una luz comenzó a bañar todo a su alrededor, Nil volteó hacia arriba, esperando ver el mismo cielo lleno de luz blanca, pero lo que encontró lo dejó boquiabierto y perplejo; el cielo no estaba cubierto de solo luz, esta parecía provenir de una gran esfera de color... amarillo. «¿Cómo sé el nombre de ese color? ¿Y por qué se que la gran esfera se llama sol?» se cuestionó. Pero estaba tan atónito y mesmerizado por lo que estaba viendo que olvidó sus preguntas por el momento. Y justo entonces, una ola de color azul llenó el cielo por completo y varias figuras blancas se formaron sobre el ahora cielo azul. «Y esas son nubes» se dijo para sus adentros.

Creación: reconquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora