—¡Miren, nuestro pequeño destello de luz viene hacia acá! —gritó un joven merodeador de la oscuridad que se encontraba delante de él en el pasillo por el cual caminaba el único ombre con el cabello blanco que existía.
Esto provocó que los demás estudiantes estallaran en risas y burlas mientras el de cabello blanco seguía caminando, como si no escuchara nada. Cuando la distancia entre ellos se acortó a tan solo unos cuantos metros, él que provocó las burlas recibió una patada frontal directamente en el abdomen causando que este se pusiera de rodillas solo para recibir otra patada de lleno en la cara, lo que lo tumbó al suelo.
—Mi nombre es Byleth, recuérdalo, recuérdenlo todos. Yo seré quien aniquile a todos esos llums. Y después seguirán ustedes —espetó con una rabia que parecía tomar forma de una bestia encadenada.
Y con eso, Byleth retomó su camino, cualquier persona que estuviera en frente de él no dudaba en hacerse a un lado. Desde que tenía memoria, toda su vida ha estado llena de burlas y de humillaciones por el color de su cabello: blanco. Todos lo consideraban como una señal de que su lealtad era con la luz y no con la oscuridad, por lo que incluso hubo intentos de secuestro para llevarlo a los campos de batalla, pero por órdenes de los altos mandos eso cesó, aunque las bullas no. Y para probar que su lealtad estaba con la oscuridad, fue forzado a tener los ojos vendados desde temprana edad para demostrar que era uno con la oscuridad. Pero él lo veía como una forma de confirmarle que siempre sería visto como un forastero y un traidor.
—Una vez que tenga mi diví, me volveré fuerte, más que nadie, y lo destruiré todo; la oscuridad y la luz y todo lo que fue creado a partir de ellas —se dijo a sí mismo mientras caminaba a la estación del subterráneo.
Al llegar a esta, Byleth esperó su tren y entró cuando este llegó. Nadie hablaba, todos mantenían su distancia, no era necesario hablar; todos pensaban lo mismo, en destruir a los llums y a la luz para vengarse por todas las humillaciones y para vengar a los que ellos habían asesinado. Entonces, unos sonidos de campana interrumpieron el silencio y una voz burlona empezó a hablar.
—Buenas eternas noches, pequeñas sombras, les hablo para darles su recordatorio mensual, solo en caso de que se les haya olvidado o simplemente sean estúpidos —se burló antes de reír por un momento y aclarar su garganta —. Nosotros vivimos bajo tierra, pues los amantes de la luz disfrutan volar y empaparse de la luz que viene del cielo, por lo que decidimos excavar para acercarnos más a nuestra querida oscuridad. Ustedes se encuentran ubicados en la parte media de nuestra ciudad, el subterráneo está compuesto por cuatro estaciones: norte, sur, este y oeste en los cuales se encuentran nuestros sectores. El sector militar se encuentra entre al noroeste, el sector residencial se encuentra al noreste, el sector académico en el suroeste y el sector de maldades al sureste —La voz tomó un descanso de unos cuantos segundo antes de continuar —, una vez estén en el sector al que necesitan ir, necesitarán usar alguno de los camiones que los llevará a dar un tour por su sector.
Parecía haber terminado, pero de repente su voz se volvió ominosa y amenazante. El tren pareció volverse aún más frío de lo que ya era, y no sería sorpresa que estuviera usando un tipo de instrumento para bajar la temperatura.
—Y recuerden, si no tienen acceso para utilizar el elevador central, ni siquiera volteen a verlo, no se les ocurra bajar las escaleras o desearán ser unos llums asquerosos.
Y con eso, la transmisión terminó, el silencio se apoderó del carro de tren donde iba Byleth. Los ombres parecían estar diseñados para vivir en la oscuridad: su piel era negra, su cabello también, su ropa, sus edificios, sus dientes, todo su interior estaba revestido de negro y eran capaces de ver en la oscuridad absoluta, pero no solo eso, sus ojos eran capaces de diferenciar diferentes tonos de negro. No podían distinguir colores, solo el negro y el blanco; este último les causaba malestar y, justamente por eso, repudiaban cualquier objeto o persona que tuviera algo blanco. En cuanto a la vestimenta, daba igual si traías ropa malgastada, ropa fina o si andabas completamente desnudo; a los ombres no les importaba la estética, solo les importaba matar a la luz. Byleth no sabía que había estado vistiendo durante los últimos 3 años; ni siquiera tenía una idea clara de su apariencia, solo que tenía el cabello de color blanco.
Unos minutos después, el tren llegó a la estación norte y Byleth bajó de este por la puerta izquierda y se dirigió al punto de control del sector militar, pero antes volteó a ver las escaleras que daban hacia los elevadores de la torre subterránea que estaba justo debajo de la estación de trenes. El chico sacudió su cabeza un poco y prosiguió a mostrarle la insignia en su brazo al guardia y siguió adelante hasta treparse dentro de un autobús. Foscor era una cueva gigante, completamente a oscuras, con la energía proporcionada por los diví, lograban crear un campo de fuerza que estabilizaba la tierra alrededor de la ciudadela para evitar derrumbes.
—¿En serio esta abominación va a tener un diví? En cualquier momento puede traicionarnos e irse con los fenómenos amantes de la luz —dijo un ombre joven sin bajar la voz, claramente queriendo que Byleth lo escuchara.
Byleth se mordió el interior del labio y las uñas de su mano izquierda se enterraron en su brazo derecho. No podía causar ninguna clase de disturbios en el sector militar o sería severamente castigado. Y los castigos de Foscor eran tan crueles y severos que requerías de dos semana para recuperarte, nadie tenía permiso de hablar sobre ellos. Byleth tenía cicatrices que nunca sanarán.
Después de unos minutos que parecieron horas, Byleth bajó del camión y se sentó en una banca al lado del edificio de iniciación para tranquilizarse; su respiración estaba acelerada y su visión en ocasiones llegaba a nublarse. Los ombres son expertos en guardar rencores, podrían pasar 100 años y aún así estos recordarán a quienes le hicieron mal y no dudarán en vengarse.
Al cabo de unos 10 minutos, el ombre de cabello blanco se calmó y entró a uno de los tantos edificios de iniciación que estaban distribuidos a lo largo del sector militar, se registró y pasó a un cuarto amplio, sin techo y con varias armas y equipos que servirían para entrenamientos posteriores. La seguridad parecía laxa, pero todo el cuarto estaba monitorizado por cámaras con torretas y quienes las controlan no dudarían dos veces en acribillar a quién se quiera pasar de listo. En el cuarto había una mesa con cajas oscuras, detrás de ella estaba el comandante Alexei, cuyos logros bélicos solo eran comparables con los del comandante Ludger del ejército de los llums. Este se dio cuenta de la presencia de Byleth y le hizo una seña para que se parara dos metros atrás de la fila de ombres que estaban frente la mesa.
Byleth lo hizo, pero esa fue la última humillación que estaba dispuesto a tolerar. Todos en Foscor lo hacían menos, lo humillaban y lo trataban como si fuera un traidor; no tenía honor como ombre, ni como llum, era un fenómeno. La visión se le nubló de nuevo y esta vez sintió como un tipo de líquido brotaba de sus ojos y se resbalaba por sus mejillas. Fue en ese momento que el mundo dejó de existir, solo estaban él y una esfera de luz que estaba en la esquina derecha de la mesa. Una voz parecía emanar de ella.
—¿Buscas venganza? —dijo una voz femenina angelical, su voz venía acompañada de un eco que retumbaba dentro de la cabeza de Byleth —. ¿Quieres probarle al mundo que tu existencia tiene valor? ¿Qué tú eres superior a todos ellos y que se equivocan? —inquirió la voz, sabía que puntos tocar para llegar al lado débil de Byleth —, déjame entrar. Te daré el poder que necesitas para tu venganza. Te daré el poder necesario para cambiar el mundo.
Eso era todo lo que Byleth necesitaba saber, el chico extendió su mano y la esfera de luz de repente de se cubrió de negro y salió disparada hacia él chocando en su pecho. El cuerpo de Byleth cayó desplomado, la esfera hizo un agujero en la camisa de este y en su pecho, para quienes veían en la oscuridad, se podía observar que el diví se había incrustado en él formando una cruz. De los ojos cerrados del chico brotaban una lagrimas mas oscuras que la misma noche.
—Vamos a renacer —dijo una voz dentro de la cabeza de Byleth.
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¡Hola a todos los que siguen esta historia! Por fin conocemos a ambos protagonistas y también sabemos un poco más del lugar donde viven y de su gente. Los invito a darle su voto a esta parte si les gustó y me encantaría leer sus comentarios sobre lo que piensan de los protagonistas.
Que tengan un bonita día o una bonita noche.
-Blue.
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Creación: reconquista
FantasiaSinopsis En un mundo donde la luz cubre una mitad del planeta y la oscuridad la otra, donde se ha librado una guerra por milenios entre estas dos fuerzas para tener control del planeta, dos jóvenes despertaran el poder de las diosas olvidadas escond...