Capítulo 23: Trabajo en equipo

8 3 0
                                    

—Esto es extraño, no hay ombres ni essers de llum acercándose —dijo Marc antes de voltear a ver a Nil, quien se encontraba sentado en frente del nuevo gran cañón que acababan de crear —. Nil...

Se propuso a acercarse al chico, pero una mano en su hombro lo detuvo. Byleth, con su usual cara llena de apatía, lo vio y negó con la cabeza.

—Tú estás demasiado ligado a ellas todavía. Acabo de sentir algo y honestamente no es algo bueno. Tengo el presentimiento de que no tardan en regresar —dijo de forma tranquila antes de dar una fugaz mirada en dirección a la capital de Foscor —. Ve a investigar porque nadie viene tras nosotros. Yo me encargo de él.

Marc sabía que lo que Nil decía tenía sentido y estaba muy bien pensado, pero aun así, no pudo evitar sentir como los celos se implantaron en él. Después de todo, él siempre se había hecho cargo de Nil cuando tenía una recaída, por eso el destino los unió. Pero para evitar conflictos, simplemente desplegó sus alas y se fue a investigar los alrededores.

Draven se acercó a su compañero y este lo vio antes de darle unas palmadas en la cabeza, haciendo que ronroneara. Byleth después asintió y la bestia se fue corriendo a investigar por el lado contrario al que se fue Nil. Ahora solo quedaban ellos.

El chico se acercó al cráter y se sentó a la orilla junto a Nil y justo cuando iba a empezar a hablar, una ceniza cayó sobre sus manos y antes de que se diera cuenta, sus manos estaban cubiertas por pequeños puntos blancos. Se sentían... cálidas y, al mismo tiempo, tristes. «¿Acaso estos son los restos de quienes acaban de morir? Me... estoy bañando en ellos» pensó.

—También puedes olerlo, ¿verdad? —preguntó Nil, mientras llevaba las cenizas de sus manos hacia su pecho —. El olor a carne quemada, el olor a putrefacción, el olor a mugre, el olor a... suciedad y humedad.

Su sentido del olfato pareció haberse activado al momento que Nil mencionó todos aquellos olores, solo bastó con tomar un respiro para desear cortar su nariz para evitar oler algo tan repulsivo de nuevo. Rápidamente se tapó la nariz con sus manos y estuvo a punto de salir corriendo de esa fosa llena de depravación, de sueños rotos y esperanzas aniquiladas una y otra vez por dos milenios, y sin ningún descanso.

Quería escapar de todo esto, volar hacia el espacio exterior siempre era una opción, este se veía tan basto, tan infinito que sería casi imposible que Déu y esas dos molestas diosas los encontraran a él y a Draven. Por un momento se sumergió en una fantasía en la cual viajaba junto con su amigo por el espacio, descubriendo planetas y explorando cada rincón del universo; incluso trataba de convencerse de que en alguno de esos planetas seguramente habría una cura para transformar de nuevo a Draven en humano. Pero justo cuando estaba completamente convencido de que esa era la mejor opción, tres sombras lo vieron desde lejos y con un chasquido de dedos destruyeron todo a su alrededor.

Fue entonces cuando Byleth abrió los ojos y lágrimas rodaron por sus mejillas. De su espalda salieron cuatro aguijones que se clavaron en el suelo y dos manos completamente oscuras salieron de su pecho y lo obligaron a descubrir su nariz para que oliera toda la inmundicia que se había acumulado desde hace 2,000 años. Con cada inhalación sentía que miles de agujas se clavaban en sus órganos una y otra vez; cada segundo que veía hacia la fosa llena de huesos carbonizados se sentía como una eternidad. El chico deseaba la muerte cada segundo que pasaba viendo a las mayores victimas de esta patética tragedia; todas esas mujeres, todos esos bebés, tantas vidas perdidas por un simple juego de poder entre niños.

—¡Es... IMPERDONABLE! —gritó Byleth, aun sin quitar la mirada de los huesos negros —. ¡Todo lo que han hecho aquí! ¡Todo lo que le han hecho al universo, experimentar con nosotros como si no fuéramos nada! ¡Lo que le hicieron a Draven, a Nil, a Marc, a mí! ¡LO VAN A PAGAR CARO!

Creación: reconquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora