Creación: reconquista

Capítulo 5: 150 días/150 noches

La palabra Déu lo mantuvo arrodillado por horas, tenía la sensación desagradable de haberla escuchado en otra parte y no solo eso, el tan solo pensar en ella le provocaba un malestar profundo y una ira atroz. Y al parecer, su diví respondía ante tal ira, pues el aura de luz que comenzaba a surgir del diví se volvía ardiente y abrasador, tenía la intención de quemarlo todo, en especial a Déu. Por lo que Nil tuvo que sentarse y cerrar los ojos para evocar sentimientos de armonía, fraternidad y amistad por la luz y sus hermanos; aunque no paraba de cuestionar ese sentimiento de furia y odio, ningún llum era capaz de sentirlos.

—Eso es porque tú no eres un llum. Tú eres un ser que trasciende ambas razas. Eres lo más hermoso del universo —una voz parecía susurrarle al oído esas palabras, pero Nil estaba completamente solo en esa habitación.

El chico volteó a ambos lados tratando encontrar a quien había dicho esas palabras, pero solo encontró un cuarto bastante simple: una cama individual con cobijas blancas; un escritorio con una silla, ambas cosas blancas; un espejo rectangular, con los bordes blanco, donde vio que su cabello era un desastre y que estaba vistiendo una bata idéntica a la del emperador; y justo al lado opuesto de la puerta había un ventanal con una ventana. Nil quedó boquiabierto y deprisa salió afuera por el ventanal y vio hacia abajo; él estaba en uno de los pisos más altos de la torre de la capital. Mientras mantenía su mirada hacia abajo, podía observar pequeñas figuras caminando, los trenes yendo a las diferentes estaciones, los camiones transportando llums, todo se veía tan pequeño.

—Vaya, hasta que despiertas —dijo una voz que provenía desde arriba, Nil dirigió su mirada hacia arriba y vio que Marc estaba descendiendo lentamente con ayuda de sus largas alas blancas hasta quedar frente a él —, en serio te gusta tomarte tu tiempo.

Nil se abalanzó sobre Marc y lo abrazó, pasando por encima de los barandales del ventanal, más de la mitad de su cuerpo estaba flotando y aferrándose a su único amigo; este último devolvió el gesto y lo envolvió con sus brazos, trayéndolo consigo por completo. Marc nunca lo dejaría caer y Nil lo sabía, por lo que no sentía miedo de ninguna caída, además, solo la oscuridad podía matarlos.

Después de unos minutos, Marc se movió al balcón y sus alas desaparecieron, estaban de vuelta en tierra o edificio más bien. Nil se despegó de su amigo y lo observó con una sonrisa de oreja a oreja y radiante, él era el único que podía sacarle una sonrisa sincera.

—Vaya, debes de tener un talento innato para manejar tu diví, apenas un día y ya puedes crear alas y moverte sin ninguna dificultad —soltó Nil con un tono de asombro y felicidad mientras observaba su corona plateada con su diví incrustado en medio. Él parecía ser el único con el diví incrustado directamente al cuerpo.

—¿Un día? —preguntó Marc extrañado —. ¿No te lo han dicho? Llevas dormido 150 días. Todo el equipo médico estuvo tratando de reanimarte, los dejaste a todos exhaustos por la cantidad de energía que usaron.

Nil caminó hacia atrás y estuvo a punto de fruncir el ceño por estar descontento, pero mantuvo la sonrisa mientras trataba de recordar algo aparte de ese sueño extraño.

—Estuvieron tratando por horas hasta que el emperador se apersonó y dio la orden de que te trajeran aquí —continuó el otro muchacho antes de sentarse en una de las sillas del balcón.

La sola mención de Déu fue suficiente para que el enojo impropio de Nil volviera; sus dedos comenzaron a hacer movimientos nerviosos y su sonrisa sus labios temblaron, provocando que su sonrisa lentamente decayera. Marc parecía estarse dando cuenta de esa actitud extraña, por lo que Nil simplemente se sentó y reanimó su sonrisa.

—Ya veo. Oye, ¿no deberías de estar en guerra o en algún puesto de vigilancia cumpliendo con tus obligaciones? ¿Acaso Marc se está revelando? —dijo entre risas antes de darle un toque en la frente.