Capítulo 24: Determinación

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El edificio que tenían enfrente era circular, esa era la única diferencia del otro. Al igual que el otro, había un puente del lado derecho y seguramente habría un túnel debajo del lado izquierdo. Durante el vuelo no hubo ninguna eventualidad y en realidad nadie dijo nada; lo único que se escuchaba eran los constantes gruñidos y quejidos de Byleth por estar usando ropa ensangrentada. Nil, por su parte, estuvo sumido en sus pensamientos, como de costumbre. Y aun cuando aterrizaron, él parecía estar en otro mundo, su mirada estaba perdida y no le respondía ni a Nil ni a Byleth. No fue hasta que este último le dio una cachetada que reaccionó.

—¿Podrías quedarte en este mundo por cinco minutos? Recuerda que estamos a contrarreloj, si Naminé te atrapa con los pantalones abajo, perdiste y también perdimos todos —le dijo Byleth con un tono de irritación —. Ahora no voy a estar ahí para salvarte el pellejo —Entonces se acercó a su oído para susurrarle —: y muy probablemente a él lo pongan en tu contra, así que prepárate.

Habiendo dicho eso, Byleth se dirigió al lado izquierdo del edificio y junto con Draven, hizo un agujero en el suelo, desapareciendo de la vista de Nil y dejándolo solo con Marc. Esta era la primera vez que Nil se sentía solo en la compañía de su querido amigo, algo que creyó que nunca le pasaría; él podría morir, pero si era a lado de su amigo, no había ningún problema, pues no estaría solo. Ahora todo lo que quería era alejarse de él y de todo esto. «Nunca estaré seguro con nadie, todos en algún momento me van a dañar» pensó. Y aunque él no lo sintiera, estaba siguiendo a Marc adentro del edificio, parecía que su mente y su cuerpo habían sido separados y él ahora era un espectador de lo que su cuerpo hacía. «Estoy cansado de no poder confiar en nadie» siguió mientras observaba como su cuerpo entraba a una habitación con un laberinto de claves gruesos.

«No te hagas la víctima. Alguien siempre te termina salvando, no puedes hacer nada tú solo».

«Inútil».

«Desperdicio de espacio».

«Alguien como tú no merece tanto poder».

Al sentirse tan amenazado por sus propios pensamientos, Nil se forzó a volver a su cuerpo y escapar de su propia mente que parecía haberse tornado en su contra. «¡Vamos, vuelve! ¡No quiero estar solo! ¡Odio estar solo!». Y fue como si hubiera abierto los ojos, ahora tenía una especie de tubo de cristal en frente con el cuerpo de un llum dentro, parecía estar inconsciente. Y como si nada, unas llamas blancas engulleron su cuerpo completo hasta que solo quedaron cenizas blancas, las cuales fueron aspiradas por un pequeño conducto que lleva a un contenedor en forma de cruz, el cual fue cubierto por una capa de cristal y después transportado sobre una cinta transportadora junto con otras cruces sanadoras. El olor a carne quemada danzaba dentro de sus fosas nasales mientras que la imagen se repetía dentro de su cabeza una y otra vez, al punto de dejarlo mareado y con unas ganas intensas de vomitar.

—Hemos... estado usando las cenizas de otros llums... todo este tiempo —dijo Nil, completamente perplejo por lo que acababa de ver —. Pero... eso tú ya lo sabías, ¿o no?

—Nil... yo...

Pero Marc se detuvo de forma abrupta, sus labios formaron una sonrisa maliciosa y su expresión cambió por completo a una de crueldad. Por un momento, Nil pensó que tenía a Naminé frente a él; su cuerpo entero se puso a temblar y las lágrimas no tardaron en comenzar a rodar por sus mejillas. Nunca pensó que le tendría miedo al único ser en que había llegado a confiar por completo. Todo se estaba derrumbando a su alrededor.

—¿Y qué con ello? —preguntó Marc antes de romper el cristal del tubo de un golpe —. Tanto ombres como essers de llums son versiones inferiores a los humanos. Simples títeres hechos por ese imbécil a modo de venganza contra Aurora y mi adorada diosa Naminé..., mira que eso si es ser celoso —siguió Marc mientras tomaba varias cruces —. Nada más que cascarones con un alma imperfecta, eso último es lo que verdaderamente importa. Si el alma se pierde, ya no hay vuelta atrás.

Creación: reconquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora