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Jimin miraba a su primo comer tranquilo mientras que él lo hacía despacio, quería deshacerse de él y muy pronto lo haría. El pálido y caliente demonio se tardaba mucho y él no iba a esperar demasiado. Se levantó de la mesa y agradeció por la comida para seguir con sus labores diarias, tomó la pala y comenzó a sacar los desechos de los caballos, su otro primo volvería mañana en silla de ruedas, algo que le alegró mucho, aunque deseaba que le pasara algo más.

¿Por qué su odio hacia ellos?

Simple…

Él aún recordaba cómo fue encerrado en el almacén cuando era pequeño y lloraba para ser sacado de ahí debido a que según sus primos había un fantasma que se lo iba a comer. Desde ese día lloro mucho y les guardo un gran odio con el cual los haría pagar por todo el daño que le habían hecho. Su sonrisa creció al imaginarse lo que iba a hacer, mañana solo estaría él y su primo, un perfecto momento para dar comienzo. Mordió su labio ante la perfecta imagen que tenía su mente de todas formas, si su primo lo acusaba tenía otro plan en mente, no era estúpido.

—Jimin cielo. —escucho la voz de su tía.

Él la vio mientras parpadea, estaba otra vez metido en sus pensamientos, él sonrió con suma inocencia mientras le prestaba atención a su tía

—Tu tío y yo queremos decirte que ya se acerca tu cumpleaños. —sonrió. —¿Qué deseas para ese día? —le pregunto mientras seguía cortando las verduras.

—Un pequeño pastel de chocolate. —dijo. —no es necesario una fiesta grande.

La mujer le sonrió y asintió para seguir con su tarea, Jimin vio su vaso con agua y lo bebió para levantarse y caminar fuera de la cocina, pero antes se detuvo y vio donde estaban los cuchillos y salió de ahí.

—Sabes ya eres mayor de edad, deberías irte de aquí. —escucho una asquerosa voz que conocía.

—Lo mismo digo Mingi. —hablo. —después de todo tú me llevas dos años.

El chico hizo una mueca y se dirigió a la cocina, Jimin hizo una mueca, pero este cambió al ver al demonio sentado en una mesa mientras lo miraba con diversión.

—Tú me harás un favor. —dijo Jimin. —y no puedes negarte.

—¿No puedo? —sonrió el demonio.

—Hicimos un trato. —se acercó hasta llegar donde el demonio. —no querrás que mi cuerpo lo tenga otro demonio que sí cumpla mi capricho. —le susurro.

Closer [Y.M] [PRÓXIMAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora