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—Entonces, prepárate para arder —susurró Yoongi antes de inclinarse y capturar los labios de Jimin en un beso profundo y posesivo, mientras la noche se cerraba a su alrededor, prometiendo que lo que estaba por venir sería tan oscuro como apasionado.

Lo que comenzó como un juego de poder pronto se convirtió en algo más peligroso y visceral, con ambos luchando por el control, pero disfrutando cada segundo del caos que creaban juntos.

El beso que compartieron fue una tormenta de emociones, con Yoongi marcando cada movimiento con la intención de demostrar quién tenía el control. Sus labios se movían con urgencia, como si intentara devorar cada parte de Jimin. Pero Jimin no era del tipo que se sometía fácilmente; sus manos se aferraron a la espalda de Yoongi, sus uñas rascando la piel del demonio mientras respondía con igual intensidad.

El cuarto se llenó con el sonido de su respiración acelerada y el roce de la ropa siendo arrancada con desesperación. Yoongi, con la paciencia agotada, empujó a Jimin hacia la cama, sus ojos ahora brillando con una mezcla de lujuria y oscuridad. El poder demoniaco en su interior estaba a punto de desatarse por completo, y Jimin podía sentirlo en el aire, denso y cargado de peligro.

—Sabes en lo que te estás metiendo, ¿verdad? —gruñó Yoongi, su voz baja, un rastro de advertencia en sus palabras.

Jimin, con el corazón acelerado y el cuerpo temblando de anticipación, solo sonrió. Era consciente del riesgo, pero no iba a retroceder ahora. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y deseo, empujando a Yoongi a sus límites.

—No vine aquí para ser cauteloso, demonio. —respondió, su voz apenas un susurro, pero cargada de determinación.

Yoongi soltó un bajo gruñido de aprobación antes de bajar la cabeza para besar a Jimin nuevamente, esta vez con menos ferocidad, pero con una intensidad que hacía que el chico se estremeciera. Sus manos comenzaron a explorar el cuerpo de Jimin, cada toque más posesivo que el anterior, mientras el ambiente se volvía cada vez más cargado con la energía oscura de Yoongi.

Jimin, aunque intentaba mantener el control, sintió cómo su cuerpo comenzaba a rendirse al poder de Yoongi. El demonio sabía exactamente cómo jugar con sus emociones, cómo hacer que su resistencia se desmoronara poco a poco. Y aunque Jimin era obstinado, había algo en la forma en que Yoongi lo manejaba que lo hacía querer ceder, al menos por esta noche.

Yoongi, sintiendo el cambio en Jimin, se aprovechó de la situación, inclinándose para susurrar en su oído.

—Te advertí, humano. —se burló. —Ahora eres mío esta noche, y te haré recordar quién manda aquí.

Closer [Y.M] [PRÓXIMAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora