Viernes. El día que no quería que llegara ya está aquí. Leo se está preparando para acercarme a clase, ya que, al estar en diciembre, tiene que comenzar a preparar sus clases y demás asuntos de los profesores.
―¿Vamos?
Asiento y lo sigo fuera de casa. Llevamos una semana un poco rara, la verdad. No ha pasado nada entre nosotros, y me consta que Leo espera que yo dé el primer paso. Digo que me consta porque Josh actúa de correveidile entre nosotros. Es precisamente por eso que, al igual que Leo, ignora mis planes matutinos para este asqueroso viernes.
El miércoles por la noche, Will vino a buscarme al trabajo. Estacionados en un descampado, le mostré el vídeo que Jason tenía de uno de sus compañeros del Golden y mis esperanzas se vieron confirmadas: todas las licencias que tenían por parte de la policía de Los Ángeles (y por licencias me refiero a que hacen la vista gorda con sus asuntos) se verían reducidas a cero si este vídeo llegaba a sus manos. Básicamente, me dijo que tenía en mis manos la posibilidad de destruir esa organización.
El susodicho del vídeo, apodado Lion, tenía las horas contadas. Su vida estaba en mis manos, y yo ya tenía decidido su destino: la muerte.
Tras resumirme las reglas internas de los miembros del Golden Eye, descubrí que el padre de Will, aka el que maneja el cotarro ahí, mataría a Lion en cuanto se enterara, pero haría todo lo posible porque ese vídeo no saliera a la luz, y mi precio es algo que tengo clarísimo: la libertad de Troy.
He hecho las copias suficientes del vídeo como para tener claro que siempre estará en mi poder. Josh, sin saberlo, tiene una copia en caso de que esto salga mal y yo acabe incinerada esta noche o cualquiera de las venideras.
―Estás muy callada. Entiendo que lo de hoy te tenga preocupada, pero tienes que asimilarlo, Kat. No hay nada que puedas hacer.
―Tranquilo, Leo, estar aquí me ayudará a distraerme. Sólo necesito que este día termine, por mucho que quiera evitar que suceda lo inevitable.
Leo extiende su mano hacia la mía antes de aparcar.
―Esta noche haré que te olvides de todo, te lo prometo ―dice besando mi mano.
―Gracias, Leo ―me estiro y lo abrazo.
Es cierto que estoy acojonada, pero es porque, en apenas una hora, estaré en casa de Will, hablando con su padre. Llevo la pistola conmigo, pero sé que, de apetecérsele a su progenitor, estoy más que muerta.
―Sé que tú sales antes de las dos, pero, si te quedas tomando algo, puedo acercarte a casa.
―Me encantaría volver contigo.
―Bien, pues a las dos aquí ―se despide besando mi mejilla, pues fuera del coche queremos evitar cualquier tipo de rumor.
Una vez dentro del edificio, cuando me aseguro de que Leo termina de subir las escaleras, me doy la vuelta para irme.
Will: estoy en la cafetería.
Me dirijo ahí y me guía a su coche.
―¿Estás segura de esto? Mi padre es un hijo de puta cuando se trata del Golden, Kat.
―Lo sé, Will. Por eso traigo esto ―levanto mi camiseta y muestro mi pistola. Estamos en el coche y no hay nadie alrededor, pues todos están en clase. Aún así, Will se asegura de que no me ha visto nadie.
―Espero que no tengas que usarla ―murmura.
El viaje se hace más corto de lo que esperaba. Por suerte, es Will quien me lleva, que, vale, será hijo del demonio, pero es mi amigo y, a pesar de que ha intentado que no arriesgue mi vida, me apoya en mi decisión. No creo que sea consciente de lo mucho que agradezco su ayuda.
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La chica nueva
Ficção AdolescenteTras 3 años yendo de casa en casa, Katrina se propone empezar una vida lejos de todo aquel que la conoce. En concreto, decide irse a Los Ángeles, ya que siempre había deseado visitar esa ciudad. Lo que ella no sabe es que ahí tendrá que encontrarse...