Capítulo 8

130 37 55
                                    

Me despierto cuando siento los rayos de sol en mi cara. Bueno, quizás también influye el hecho de que mi móvil esté vibrando como loco. Y no sólo me despierta a mí, ya que siento que el chico que duerme a mi espalda afirma su agarre en mi cintura.

──¿Piensas cogerlo, pequeña O? ¿O tengo que gritarle a quien te está llamando por despertarme?

Me giro para mirarlo mal, pero tiene los ojos cerrados y una sonrisa de autosuficiencia en el rostro. Idiota.

Estiro mi brazo hacia la mesita en la que está mi móvil y descuelgo sin fijarme en quién llama.

──¿Kat? ¿Dónde estás? ¿Por qué no has venido a dormir? Por favor, dime que no te ha pasado nada.

──Estoy bien, Leo, sólo me he quedado a dormir con un amigo. Vive en el campus y pensaba intentar encontrar habitación para instalarme aquí.

Silencio. No se escucha absolutamente nada al otro lado de la línea.

Y más silencio. Estoy empezando a ponerme de los nervios.

──Siento mucho no haberte avisado de que no iría a casa, no estaba en mis planes y, para cuando lo decidí, era demasiado tarde para llamar.

──¿Te lo has pasado bien? ──preguntó mi compañero de piso.

──Sí, Leo, me lo he pasado bien. ¿Y tú? ¿Qué tal tu cita?

──Pues estás hablando con el novio de Sarah Rowland.

──¡Enhorabuena, Leo! Tus estudiantes van a estar muy contentas ──dije comenzando a reírme.

Leo me ha contado en un par de ocasiones que no es infrecuente que se encuentre regalos en su despacho y cartas. Algunas son anónimas, pero suelen venir firmadas, y son siempre alumnas de la Universidad.

──Cállate, Kat. No es gracioso.

──Pues a mí me lo parece.

──Eh, Kat, Mark me ha escrito que puedes pasarte a hablar con Lara ahora ──dijo Jason desde el otro extremo de la habitación.

──¿Es ese Jason Wallace? Me ha parecido su voz ──pregunta Leo.

──Pues no me sé su apellido, pero no me gusta el tonito. ¿Qué problema hay?

Jason me mira extrañado y yo sólo quiero colgar.

──No escuches nada de lo que te diga. Le gusta sacar las cosas de contexto ──contesta Leo.

──Bueno, tengo que colgar, necesito buscarme una habitación y comer pronto para ir a la entrevista de trabajo. Nos vemos luego.

──Espera, déjame...

Y colgué. Tengo la sensación de que entre estos dos pasó algo y no quiero estar en medio. Tengo un amigo en la universidad, uno en el que siento que puedo confiar, y ahora resulta que no puedo escucharlo. Me niego a que todo me salga tan mal.

──¿Quién era? ¿Tu hermano?

──No, es un amigo de mi padre con el que estoy viviendo.

Al segundo de decirlo me arrepiento. Me fío de él, pero tampoco necesito que conozca detalles de mi vida, yo sólo sé que tiene un hermano.

──¿De quién no te sabes el apellido?

──Ya basta, no pienso contestar tu interrogatorio. Me cambio y nos vamos a ver a esa chica.

15 minutos después, estamos frente a la puerta donde vive esa tal Lara. Justo cuando voy a tocar, se abre y un chico sale disparado, como si lo acabaran de empujar.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora