Capítulo 4

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Las gotas de agua caían desenfrenadas sobre mi cuerpo. Llevaba media hora en la ducha, pero necesitaba esto para relajarme. La mente me estaba jugando malas pasadas al pensar en la carrera de esta noche. 

Siempre había acompañado a Troy a las suyas. Las dos primeras veces iba de mera espectadora. A la tercera comencé a ir de copiloto. Desde ese día no pensaba en otra cosa que no fuera la sensación de adrenalina al ir a 200 km/h. El día que conduje por primera vez, quedé segunda. Ese día Troy me dijo que me quería por primera vez.

Sin dejar que la depresión me alcance, cierro el grifo y envuelvo mi cuerpo en una toalla. Al salir a la habitación, descubro a Leo sentado en mi cama.

─¿Qué haces ahí?

─Quería hablar contigo sobre lo que me dijiste antes.

─Leonardo, yo...

─¿Ya vas a dejar de llamarme Leo? ─interrumpió mirándome con una profundidad que me dejó paralizada ─. Kat, entiendo que no sientas lo mismo por mí, ¿vale? ─dijo para después levantarse y aproximarse a mí. Posó sus manos en mis hombros y me miró con ternura─. Siempre me vas a tener aquí para ti. Entiendo que no podamos estar juntos, que sea raro para ti habiendo sido amigo de tu padre, que no estés preparada para comenzar una relación, que no me quieras o cualquier motivo que se te pase por la cabeza. Pero no me alejes de ti, por favor.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. No me merecía a este hombre. Tendría que nacer 10 veces para ser digna de su cariño.

Llevó su mano izquierda a mi mejilla derecha y comenzó a acercar su rostro al mío mientras su pulgar trazaba círculos en mi cara.

─Dime que no sientes nada por mí ─susurró casi en mis labios─. Dime que no quieres que te bese y no lo haré.

Mi corazón y mi cabeza estaban en un duelo a muerte. Por una vez en mi vida, ganó la segunda.

─No quiero que me beses ─dije poniendo mi mano en su pecho y apartándolo suavemente─.

─No te creo.

Su mirada reflejaba tristeza, pero esto no podía ir a más. ¿Qué pasaría si le besara una vez más? Aumentaría su esperanza, y yo no quiero que ponga esperanzas en alguien que nunca va a poder corresponderle.

─Perdóname, por favor. Esto no puede volver a pasar. Me importas, y esa es la razón por la que nuestra relación debe mantenerse en una amistad. Nunca voy a poder darte lo que quieres, y yo necesito comenzar a tomar buenas decisiones, que ya va siendo hora.

Él se limitó a asentir y comenzó a dirigirse a la puerta de mi cuarto.

─¿Leo?

Se giró hacia mí lentamente, como si le hiciera daño hacerlo.

─Dime, Kat.

─Entenderé si prefieres que me vaya inmediatamente. Puedo quedarme en casa de Josh hasta que encuentre piso.

─No ─respondió rápidamente─. No tengo inconveniente en que te quedes, Kat. Tampoco quiero que estés incómoda. Prometo no volver a ponerte en una situación como la de antes. ─Hizo una pausa para regalarme una sonrisa─. Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? Le prometí a tu padre que podía contar conmigo para cuidar de ti si tú querías, y también te prometo a ti que voy a estar ahí para ti como alguien que te quiere mucho y que valoraba mucho a tu padre.

No pude evitarlo y corrí a abrazarlo.

─Gracias, Leo. Nada me alegraría más que poder seguir contando contigo.

─Pues no se hable más. Ahora prepárate y ve a pasártelo bien.

Haciendo caso a Leonardo, me dispuse a cerrar la puerta y buscar qué ponerme. Me decidí por unos pantalones negros ajustados y un chaleco de cuero. Para rematar mi modelito, cogí unos tacones.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora