Capítulo 23

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―¡Kat!

Me giro para encontrarme con Lara, que se aproxima corriendo hacia mí.

―Oye, Kat ―dice al llegar a mi lado―, sé que estas semanas estamos mejor. Quiero decir, nos saludamos y eso, pero quiero que sepas que ninguno tiene ningún problema contigo. De hecho, a todos nos caes genial, por lo que puedes venirte con nosotros en tus ratos libres, si quieres ―me sonríe.

―Gracias, Lara. Sé que está todo bien, y yo tampoco tengo problemas con vosotros, pero ando bastante ocupada y, cuando tengo hueco, prefiero ir a ver a Josh o a Leo.

Lara asiente apenada. De verdad que no tengo problemas con ellos, con Lara y los chicos, quiero decir. Regina, Lily y Selena, sin embargo, son un pack al que no me quiero acercar. No por lo de Leo, que también, sino porque son lo opuesto a mí. Nunca encajaríamos.

―Bueno, nosotras vamos a ir al desfile que hay esta noche. Será cerca de Santa Mónica, por lo que nos pasaremos todo el día en la playa. Los padres de Howard viven ahí, por lo que, si quieres, nos cambiaremos y cenaremos con ellos antes de ir al evento. Avísame en cualquier momento si te animas, ¿vale? Jason también estará allí.

―Vale, lo pensaré ―le sonrío.

Nos despedimos y me dirijo en coche a casa de Leo. Es muy dulce por parte de Lara invitarme, pero, sinceramente, si ni Jason me lo ha mencionado es porque sabe que no pinto nada ahí.

Pico a la puerta después de que el portero me haya abierto el portal y Leo me recibe con esa sonrisa que me indica que estoy en casa.

―Gracias por hacerme hueco en tu apretada agenda ―dice mientras nos acomodamos en el sofá.

―Anoche tu mensaje me dejó preocupada. ¿Estás bien? ―pregunto apoyando una mano en su hombro.

―Sí, no te preocupes, es sólo que necesitaba pedirte un favor.

―Claro, lo que sea.

―¿Prefieres comer antes o...?

―No ―interrumpo―, podemos hablar primero. Suéltalo ya, Leo, me estás poniendo nerviosa.

Leo se remueve en el sofá, incómodo. Pocas veces lo he visto así de nervioso, y esas pocas ocasiones coincidían con momentos en los que hablábamos de nosotros. ¿Debería tener miedo?

―Verás ―carraspea―, ya sabes que trabajo en la empresa de moda de mis padres ―asiento―. Yo sólo me dedico a seleccionar algunos modelos masculinos y a dar el visto bueno a nuevos diseños, pero, en ocasiones, mis padres quieren que los acompañe a eventos importantes o a desfiles de nuevas campañas.

Por favor, Dios, nunca he creído en ti, pero hazme un favorcito y no hagas que el desfile de esta noche al que van los de la universidad sea el mismo que el de la compañía de los padres de Leo. Por favor, te lo ruego.

―No sé qué estás tratando de decirme, Leo ―digo poniéndome nerviosa.

―Esta noche tengo que acompañarlos obligatoriamente ―manifiesta confirmando mis sospechas―, y me gustaría que fueras mi acompañante.

―¿Qué? ¿Por qué yo?

―Porque me han dejado claro que no puedo ir solo.

―¿Qué hay de Sarah?

―Lo dejamos hará un par de semanas ―confiesa.

―Joder, Leo, lo siento mucho ―me lamento abrazándolo―. ¿Por qué no me lo habías dicho?

―No quería que te preocuparas ―murmura. Pasa su mano por mi pelo, colocando un mechón tras mi oreja y vuelve a mirarme a los ojos―. No te lo pediría si no estuviera en apuros. No quiero llevar a alguien de la empresa con quien no me lleve bien, mis padres se enfadarían si estoy de morros por ahí.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora