Capítulo 2

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Emma había tomado la decisión de comenzar a hacer algo de ejercicio, su vida se resumía en ir a trabajar y salir a tomar algo con sus compañeros de la comisaria y amigos. Realmente desde la muerte de su madre no había conseguido salir de ese bucle de autodestrucción en el que se encontraba, ni siquiera la buena fe de su padre lo había conseguido. Así pues ese sábado se enfundó su mejor chándal y su móvil para salir a correr, decidió que las calles de Boston estaban demasiado abarrotadas para poder hacerlo con clama por ello se fue al Boston Common, a pesar de que se encontraba algo lejos de su apartamento pero era el lugar que le recordaba a su madre. Tras hacer una larga ruta decidió que pararía a descansar un poco ya que había perdido la forma durante los meses que había estado sin hacer nada por lo que se fue a un banco para hacer sus estiramientos y evitar las agujetas al día siguiente cuando observó como una morena de ojos penetrantes la observaba de arriba a abajo, eso la incomodó en un primer momento ya que por su profesión desconfiaba de todo el mundo pero después pudo ver un atisbo de deseo en esos ojos y eso le gustó hacía meses que ninguna mujer la miraba así y por alguna extraña razón le encantó.

Pasó el resto de la semana encerrada en su apartamento, con la sola compañía de su perezoso gato y una buena cantidad de cerveza. La semana le fue realmente larga, ya que tras el fallecimiento de su madre había entrado en ese bucle hacia abajo, provocando que su cómodo puesto de detective de homicidios pasase a tener que encargarse de papeleo y el trabajo que nadie quería. Esto sólo provocaba que cada vez estuviese más asqueada y se metiese en más problemas, lo que provocó que su padre y la gente dentro de la comisaria le pusiesen un límite haciendo que su trabajo pendiese de un hilo. Por ello había decidido que la mejor solución era ceñirse a las labores que le encargaban e intentar mantenerse lejos de los problemas durante los fines de semana. Por eso esa semana decidió que lo mejor era quedarse eso dos días en casa y no hacer mucho más, pero su mejor amigo, Killian Jones no estuvo de acuerdo con esa decisión así que reservó un fin de semana en un hotel a las afueras de la ciudad para que la rubia dejase el estrés atrás.

Rubia, tienes que salir de aquí. Necesitas cambiar el chip y volver a ser la que eras. ¿Cuánto hace que no sonríes?- Preguntó sinceramente para intentar que Emma abriese los ojos.

Lo siento, Killian. Pero no puedo, ella no tenía culpa de nada y ya no está aquí.- Dijo sin poder evitar que una lágrima cayese por su mejilla.

Lo sé... y siento que así fuese. Sabes que yo siempre he considerado a Mary como una madre pero a ella no le gustaría verte así. Ella siempre enfrentaba la vida con una sonrisa y tú deberías aplicártelo para que ella se sienta orgullosa de ti.- Dijo intentando sacar el lado sensible de la rubia sabiendo que así la convencería.

¿Qué estas tramando, Jones?- Pregunto Emma sabiendo que su amigo tenía algo en mente y no se iba a marchar hasta convencerla.

Había pensado marcharnos de la ciudad este fin de semana, irnos a un hotel a las afueras a jugar al golf y a dejar el estrés aquí.- Soltó con una gran sonrisa de satisfacción al saber que la rubia no podría resistirse.- Y por cierto, si tienes pensado decir que no piensa que ya lo he reservado y perderé una pasta.- Dijo guiñándole un ojo sabiendo que la había convencido.

Está bien... pero sólo quiero tranquilidad, como se te ocurra hacer algunas de las tuyas te juro que te dejo allí y no vuelvo a buscarte.

No lo dudo, Emma Swan. Prepara la maleta que nos vamos.

Llegaron a un precioso hotel a las afueras de la ciudad, rodeado por un enorme jardín perfectamente cuidado y con un aura de paz y tranquilidad que alegró bastante a la rubia aunque no fuese a reconocerlo. Pasaron el resto de la tarde del viernes tranquilamente, disfrutando del paisaje y dando un paseo por los alrededores.

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