Capítulo 11

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Emma decidió que era el momento de hablarle con la verdad, y todo pasaba por anular la maldita apuesta con su amigo, nunca pensó que un simple beso le hiciera sentir tantas cosas.

¿Qué es eso de la apuesta?- Preguntó Regina muy confundida.

Hice una apuesta con mi compañero, apostamos que era capaz de conquistarte y si lo hacía me haría el papeleo durante un tiempo.- Dijo Emma agachando la cabeza avergonzada por lo sucedido.

¿Me estás diciendo que todo esto es parte de una apuesta?- La morena se levantó rápidamente del banco y se giró para marcharse cuando la mano de la rubia se aferró a su brazo. Regina se giró y le dio una bofetada que dejó la mejilla de la detective colorada.

Eso me lo merecía, pero te lo he contado porque lo siento. Porque pensé que sólo querías jugar conmigo y porque no pensé que sentiría lo que he sentido al besarte.- Emma soltó abruptamente pero si retirar una de su manos del brazo de Regina y la otra de su mejilla.

Es una manipuladora. No te vuelvas a acercar a mí.- Dijo Regina alejándose de ella sin mirar atrás.

Emma se quedó sola en el parque lamentándose por la gran estupidez que acababa de cometer. Ese beso había sido distinto y había hecho daño a una mujer que ya estaba sufriendo se sentía realmente mal pero no podía perseguirla sabía que eso sólo empeoraría las cosas.

Emma se marchó a su apartamento pero no podía sacarse de la cabeza lo mal que se había portado con Regina, ella no merecía eso y tenía que disculparse así que llamo a su comisaria.

Susi. ¿Me puedes hacer un favor?- Peguntó suavemente Emma a una de las policías que habían entrado de prácticas ese año.

Si, dígame que necesita, Detective.- Respondió la policía algo nerviosa.

Búscame la dirección de la psicóloga Regina Mills. Es urgente.

Está bien. Dame 5 minutos y le mando un sms con la dirección.

Muchas gracias.

Emma colgó y volvió a ponerse sus vaqueros y su camisa para salir a buscarla, sabía que estaba abusando de su poder como detective pero merecía la pena. Regina había demostrado que merecía cualquier cosa.

A la media hora, Emma llegó al gran bloque de edificios de la morena y por un momento dudo si realmente debería entrar o simplemente tenía que irse y dejarla ser feliz. Pero justo cuando estaba dándose la vuelta para marchase escucho la voz de la morena a su espalda.

Vamos Ronald. Dame la mano, sabes que no me gusta que andes sólo por la calle.- Decía la psicóloga dulcemente.

Emma se giró sobre sí misma y la imagen que le quedó fue una auténtica maravilla, la morena sonriendo alegremente, con un fabuloso chándal y cogiendo a un niño en sus brazos que reía con ella. Por un momento le entró el miedo y quería irse pero sabía que la cobardía no era parte de ella, por lo que se armó de valor y se acercó a ella.

Buenas tardes, Regina.- Dijo con la voz temblorosa mientras que Regina se giraba sobre sí misma y se quedaba bastante sorprendida tanto que no supo que contestar.

Tita Regina. ¿Es tu amiga o tu novia?- Dijo alegremente el niño, cortando el silencio pero haciendo que la situación se pusiese mucho más tensa.

Hola pequeño, soy Emma Swan. ¿Cómo te llamas?- Preguntó al niño viendo que sería la única manera de romper ese silencio.

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