Emma volvió el martes al trabajo, su brazo seguía estando inmovilizado pero decidió que al menos haría trabajo de oficina, además de que ahora tenía trabajo doble, Killian ya se había encargado de dejarle todos los documentos sobre su mesa. Anular esa maldita apuesta le había acabado saliendo muy caro aunque no podía decir que se arrepintiese, después del beso con la morena pasó toda la tarde y parte de la noche pensando e imaginando lo que era estar con ella y eso sólo le había causado aún más ganas de seguir adelante con la morena y llegar hasta el final, sensación que no había tenido nunca. Emma había sido una mujer sin compromiso y sin responsabilidades, donde hacía lo que quería y con quien quería y de aprovechar cualquier oportunidad.
– Buenos días, papa.- Dijo en la puerta de la oficina.
– Hola, cariño. ¿Cómo estás?- Preguntó David acercándose a su hija y dejando un beso en su mejilla.
– Mucho mejor, aunque no puedo decir lo mismo de ti. ¿No estas durmiendo bien?- Preguntó al ver las grandes ojeras que decoraban los ojos de su padre.
– No demasiado. Este caso me tiene preocupado, pero no es nada. ¿Entramos?- Dijo abriéndole la puerta a su hija y siguiéndola hacia su planta.- Emma he decidido instalaros en la sala de juntas, quiero que tengáis más privacidad y que no haya filtraciones.- Dijo al subir al ascensor.
– Es una buena idea. Graham y yo seguiremos investigando aunque no lleguemos a nada nuevo. Es imposible trabajar sin que nadie se entere, intentaré hablar con el juez Smith para que nos firme unas cuantas órdenes y poder seguir.- Emma salía del ascensor y acompañaba a su padre a su despacho para seguir hablando los dos.
– Smith es un buen hombre, además de ser amigo de mama.- Dijo en un lapsus que no pasó desapercibido para la rubia que casi deja caer una lágrima al escuchar mentar a su madre.
– Si, lo era. Bueno jefe ya me voy a trabajar.- Dice seriamente saliendo de su despacho.
Killian seguiría de baja hasta la semana siguiente por lo que Graham y Emma fueron los encargados de trasladar toda la documentación del caso a su nuevo despacho. Los dos pasaron la mañana trabajando aunque sin mucho éxito. Emma intentó contactar con Smith pero hasta el día siguiente no podría hablar con él así que estaba bastante frustrada por no conseguir nada, nunca había sido una mujer con demasiada paciencia y hacer trabajo de oficina la agotaba pero por suerte aprovechó para hacer los documentos de Killian que ya había mandado colocar en su mesa.
Llego bastante tarde a su casa, estaba agotada y no podía más, se duchó y se pidió la cena al chino de la esquina, ni siquiera se molestó en salir a por ella y pidió que se la llevasen. Justo cuando acabó de colgar su teléfono volvió a sonar, su cara se iluminó durante unos segundos cuando vio escrito el nombre de la morena en su pantalla, no pensaba que Regina la llamase después de lo sucedido en su consulta.
-Detective Swan, ¿Quién es?- Preguntó la rubia fingiendo no saber quién la llamaba.
- ¿En serio, Emma? Quita esa sonrisa de tu cara.- Respondió algo molesta al pensar en que la rubia se estaba riendo de ella.
- Vale, lo siento. Sólo quería hacerme la interesante y ver si podía ganarme algo que me curase mi adicción. ¿Cómo estás?- Dijo Emma soltando una pequeña carcajada para que la morena no se molestase.
- No finjas ser interesante, sé que no lo conseguirás. Estoy bien, algo cansada. Pero lo que me preocupa es tu brazo, ¿Estas mejor?- Dice Regina arrepintiéndose enseguida por sus palabras sabiendo que la detective lo aprovechará.

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Caos
Fiksi PenggemarRegina Mills es una gran psicóloga en proceso de divorcio y bastante dolida con su ruptura. Por su parte Emma es una detective de homicidios metida en problemas debido al reciente fallecimiento de su madre. Ambas se encontraran y... ¿Podrán estar ju...