0| Besé al hermano de mí ex

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—¿Alguien vio a Bruno?

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—¿Alguien vio a Bruno?

—Se fue a garchar con la novia, dejalo en paz. —Miranda respondió por todos, de repente seria entre su cabello hecho un desastre y la mayoría aulló arrancándole una sonrisa. El alcohol, junto a las drogas ya habían fermentado lo suficiente.

Sentado en un círculo improvisado hecho con cajas de cerveza y bloques de concreto, en la esquina de la fiesta precaria e ilegal de inicio de curso, lejos de la masa amorfa de adolescentes borrachos que se manoseaban en la pista de baile, observé a los que iban a ser mis compañeros este año tomar de la mitad de una botella recortada, y contenía en su interior la mezcla perfecta de Fernet con Coca cola.

—Esto es el UPD, chicos. Tenemos que caer en la escuela re en pedo. ¿Escucharon? ¡Pasá esa jarra, Milagros! ¡Nadie te dijo que te la tenías que bajar vos sola!

Julián era el reemplazo perfecto del antes mencionado ausente Bruno, buscaba dirigirnos a todos como si pudiera pararse de su silla improvisada sin caerse de culo en el pasto.

Fumé una calada del único cigarrillo de marihuana medio consumido en cenizas que veníamos compartiendo hace unos minutos y lo pasé. El humo generalizado cosquilleaba en mis pulmones, pero no bastaba para hacerme consciente de que formaba parte de las estupideces de esta gente, ni siquiera me agradaba tanto esa bebida.

Solo cuando la compartía con él.

—Chicos se nos está terminando el porro y no veo a Enzo por ningún lado. ¿Dónde carajo se metió? —preguntó Milagros, mi pensamiento lo había invocado. Ella fumó del cigarro y lo retuvo entre sus dedos haciéndose la re boluda.

Tenía el cabello rubio suelto sobre los hombros y la cadena de oro que se perdía entre sus tetas pintarrajeadas, fáciles de ver bajo el escote pronunciado de la remera, seguramente debía de terminar en el símbolo de la cruz católica que sus padres le habían regalado en su comunión. Alanis se lo quitó apenas se distrajo, me miraba expectante. Como todos.

«Ah, qué incómodo». Me encogí de hombros.

—Ni idea.

—¿Cómo? ¿Ustedes dos no eran re amigos? —preguntó Julián, demasiado inocente el pendejo del orto.

—Uh sí, amigos —rió Milagros, me obligué a mirar mis manos, al mismo tiempo que comenzaba a sentir mi rostro calentarse.

—Amigos que se recontra comen la boca —agregó Miranda, riéndose de mi incomodidad junto a la rubia.

—Basta, chicos. Lo ponen nervioso —interrumpió Alanis, la chica de cabello corto se estiró de forma ridícula para recibir la jarra de Fernet como si fuera un cáliz divino.

—Uhh, que aburrida que sos. —Miranda se quejó, empujó el hombro de su amiga mientras tomaba y casi hace que se ahogue—. A mí me dijo que se iba a hacer unos repartos y después volvía, se dejó la moto —continuó, la rubia de cabello cenizo y exceso de delineador en los ojos. Por un instante presumió ser la más lúcida de los cinco. Hasta que la noté detenerse en mí con una sonrisa lobuna que exhibía el piercing plateado entre sus dientes, e intentó pasarme un brazo por los hombros, me alejé—. ¡Epa! ¿Por qué tanta cara de culo, Dani? Pará, no me digás, tu novio ya no te quiere regalar más nada y se pelearon. ¿Es eso?

YO NUNCA |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora