13| Besé a un chico en un antro

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«¿Que si me gustan los chicos?»

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«¿Que si me gustan los chicos?»

Hacía mucho tenía la idea en la cabeza, pero eso no lo hacía más fácil de aceptar, menos con la mirada inquisidora de Ezequiel acelerándome el pulso.

Tosí.

«¿Que tenía que ver si lo había besado un par de veces?»

Me ahogué otra vez.

—Carajo, Ezequiel, no sabía que estabas tan interesado, dejame preguntar. —Me llevé una mano al pecho y se me llenaron los ojos de lágrimas—. ¿Y a vos qué mierda te importa?

Entornó los ojos.

—Porque me acordé de lo que me dijiste en la fiesta —mencionó con forzada naturalidad, pero podría jurar que las orejas se le habían puesto de un bonito color rojo, parecido al de su cabello.

¿Los fantasmas podían sonrojarse?

«Dios, no tendría que estar viendo eso ahora».

—Bueno, es obvio que te gustan los chicos —bufó tratando de recobrar la compostura analítica—. Andabas con mi hermano.

Ahora me tocaba a mi.

—Me gustan las chicas, no me gustan los chicos, solo me gustaba tu hermano —aclaré—. Bueno no, no me gustaba tu hermano, ese es un pelotudo —gruñí, y dios ¿que acababa de decir?—: No, o sea, su cara es muy linda sí, pero no lo aguanto, es un insoportable de mierda, nunca me toma en serio, anda en cosas turbias y.... —Él alzó las cejas y de repente me di cuenta—. No es tan simple —terminé, me ardía toda la cara.

Seguro tenía fiebre otra vez, pateé las frazadas, solo para notar que estaba en boxers y me acababa de despertar.

«Jesucristo».

Podría haber sido peor, considerando que normalmente duermo sin ellos.

Ezequiel asintió con los ojos entrecerrados, se había cruzado de piernas y tenía una libreta sobre la rodilla. ¿De dónde mierda había sacado una libreta?

—Así que andabas con mí hermano gemelo solamente porque ¿te gusta su cara? —preguntó levantando una ceja, trató de mantener la compostura, pero al final mí rostro se contorsionó tanto que se le escapó una risita que terminó convertida en una carcajada demasiado contagiosa para mi gusto.

—No es lo que quise decir, boludo.

Le tiré una almohada que esquivó con gracilidad inhumana.

«Pff, poderes de fantasma».

—Tenemos la misma cara, estúpido ¿sos o te hacés? —Su boca todavía quería curvarse—. Aunque yo tenga menos agujeros, mejores hábitos y me vista mucho mejor.

—¿Te estás ofreciendo, Ezequiel? Wa, reprimido y todo resultaste ser más fácil que la tabla del dos. —Lo provoqué al límite de mi paciencia, y conseguí que su sonrisa se convirtiera en una mueca amenazante.

YO NUNCA |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora