26| Lo volvería a intentar

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Hasta ese día no fui completamente consciente del poder que tenía alimentar los rumores en esa ciudad

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Hasta ese día no fui completamente consciente del poder que tenía alimentar los rumores en esa ciudad. Podían transformar a un adolescente con problemas de adicciones en un completo monstruo.

—Dicen que él le hizo algo a Ezequiel, pero yo no creo... —comentaba Julián desde el banco de atrás.

—Ay, es que Ezequiel siempre lo tuvo muy vigilado —seguía Milagros—. Y con razón, mirá la pinta de desequilibrado que tiene.

—Correte, pendejo. —Miranda me clavó el dedo índice en la costilla para que la dejara pasar, y se reunió con las demás.

—Su padre tuvo que pagarle a la policía para que no lo metieran preso de una —afirmó la reina de los chismes con orgullo.

—Nah, ¿posta? —El hippie del grupo estuvo a punto de ahogarse con los bizcochitos de grasa que trataba de tragar con el mate de su desayuno.

—Esto va a arruinar su linaje familiar —dijo Alanis, pegándole en la espalda.

—Los Florencio siempre estuvieron arruinados, su linaje es la plaga en nuestra ciudad. —La rubia de cabello enrulado dejó caer la mochila sobre el suelo con un ruido seco al sentarse y mordió con fuerza un chupetín mientras cambiaba totalmente su semblante—. ¿Qué pasa, Dani? Volvió tu novio y tenés cara de que acabas de ver un fantasma. —Me enseñó los dientes teñidos de azul con una sonrisa sardónica.

—Andá a bañarte en cloro, loca —mascullé acomodándome en mi banco, centro del salón hacia la izquierda, cerca de la puerta.

Sabía que la iglesia le había metido esas ideas a la cabeza, porque fue la primera en horrorizarse cuando Enzo no apareció en su rastrillaje.

—¿Cómo dijiste? —Miranda trató de levantarse, pero Milagros la retuvo en su lugar con un ruidoso shhh que no logró callarla del todo después de que la profesora les llamara la atención.

Me volteé en su dirección y puse las manos alrededor de mi boca para gesticular las palabras sin hacer sonido alguno.

«Loca de mierda».

—¿Loca yo? ¡Mirá quién habla, el novio del asesino!

Noté las venas violetas saltar en su pequeño cuello pálido. Me imaginé presionándolo con mis manos hasta que toda su cara siguiera el mismo patrón monocromático y no pudiera decir ni una puta palabra nunca más.

«Calmate, Danilo». Al escuchar la voz de Ezequiel parpadeé aturdido.

Enzo miraba sus manos con expresión perturbada, como si una enorme laguna se extendiera en sus pensamientos y se adueñara de su cuerpo, que se drenó de color.

—¡Basta! —Meluen estrelló el borrador contra el pizarrón—. No voy a tolerar ese lenguaje en mis horas, señorita Salomé Miranda se lo notificaré a sus padres.

YO NUNCA |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora