22| Fui suficiente para vos

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Sentí su respiración golpearme la piel

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Sentí su respiración golpearme la piel.

—Tú no aprendes, ¿verdad?

Sus pupilas se afinaban más con cada paso que daba y como si tirara de un hilo, la herida en mi brazo empezó a palpitar.

«Mierda».

Había bajado la guardia, me descuidé un segundo y ahora sentía que si movía algún músculo de forma brusca ese rubio con porte de animal me iba a hacer más que un simple rasguño. Me paralicé en mi lugar, tal vez sí había empezado a volverme loco.

—Kevin, ¡qué alegría verte! —Enzo me alcanzó con tanta rapidez que las piernas me temblaron del alivio. Posó su mano en mi hombro e imitó la sonrisa del extranjero—. ¿Por fin cortaste la correa de tu dueño? Rawr —Torció la muñeca como si fuera una garra, al muchacho de chomba rosa no le hizo gracia.

Traté de controlar mi nerviosismo bastante seguro de que escuché un gruñido salir de su garganta.

Keep your prey under control, Florencio. —Su aura crecía con cada palabra—. Or I will do it for you.

Sentía que iba a aplastarme.

—Uy, a ver en español. —Colocó una mano en su oreja y su boca llena de piercings formó una O completa a tono con su burla. Sin embargo, el aroma a flores que el teñido tenía naturalmente se pudrió, revelando una violencia que nunca había sentido antes.

—No estoy jugando. —El rubio clavó con fuerza los dedos en el marco de la puerta junto a mi cabeza, y fue entonces que noté el filo del cuchillo en la mano de Florencio.

—Yo tampoco, Mckannon —siseó, y sus dedos cavaron en mi hombro—. Estoy cansado de que se metan en mis cosas, ¿sabés? —La frialdad de su voz me hizo estremecer—. Mejor ocupate de tu culo, y el de tu novio. —Con un movimiento ligero de sus dedos el arma desapareció y la sonrisa volvió a su rostro—. Si es que te deja.

El rubio le enseñó los dientes con gesto herido como un felino, pero el timbre de la sala lo interrumpió y decidió que era mejor empujarnos a un lado para ver quién era.

—¡Por fin vino un pibe de verdad! Tanto trolo me iba a transformar en homosexual. —Se quejó Bruno tras observar a través de la mirilla de la puerta, con un vaso de fernet con gaseosa en la mano.

Enzo se escabulló con rapidez a la cocina, dejándome en shock.

—¡Bruno! —Julián siguió a su amigo, y dio una vuelta completa chorreando un poco de líquido de su bebida en el suelo —. ¡Fua, Kevin, no sabía que también estabas acá!

El muchacho se detuvo al ver al pelirrojo agitado pararse en la puerta y frunció las cejas rubias.

—¿Kiki?

«¿Kiki?»

—¡Julián! —Alanis le reclamó al otro por el enchastre.

Ezequiel atravesó el umbral, chocó contra su amigo de forma abrupta y tras un suspiro de alivio acunó su rostro con ambas manos, acercándose hasta que sus narices casi se tocaron.

YO NUNCA |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora