Capítulo 13: Revelaciones

63 5 0
                                    

La mañana siguiente, Cyrene y Savannah se levantaron muy temprano, se vistieron lo más chic que pudieron con la ropa que tenían, y se salieron de la cabaña. Dejaron una nota en la puerta de las habitaciones de los muchachos aclarando que se habían tomado un taxi al área de tiendas de Aspen. La verdad, necesitaban unas horas de paz, de chicas. Eddie no podía acompañarlas tras lo que había pasado la noche anterior, y Cyrene se sentía presionada a responderle a Dean si se pasaba toda la mañana acompañada de él. Y despertar a los gemelos, siempre era mala idea. 

Tras todo lo sucedido en las últimas cuarenta y ocho horas, requería de medicina fuerte: compras. Muchas compras. Entraron en cada tienda con ropa informal, femenina y juvenil que vieron. Cyrene llevaba comprándose más de cinco jeans ceñidos, en azules oscuro, negros, celestes, desgastados y todos aquellos que le sentaran bien. Nunca había disfrutado tanto de salir de compras. Savannah había llenado una bolsa de accesorios, collares, anillos, pulseras, hebillas, colas para e cabello, todo accesorio que brillara y le sentara bien con su color de piel, se lo compraba. La estaban pasando de maravilla, hasta que se dieron cuenta que todavía no habían comido nada. Ambas rieron tras la idea de haberlo olvidado por completo. Cyrene no vivía para comer, pero jamás se olvidaba de hacerlo de todos modos, y olvidarlo por divertirse comprando con su mejor amiga, era un gran e importante avance para ella y estaba feliz con ello. Buscaron un Starbucks, pidieron dos frapuccinos y dos muffins. Sería suficiente. Cyrene tenía la idea, de que aunque no quisiera hacer dietas ni ejercicio, tampoco querría aumentar de peso, así que empezó a normalizar sus grandes porciones. Comía la misma cantidad que Savannah, y siempre acababa satisfecha, por lo que descubrió que le estaba yendo bien, y eso también mejoró su ánimo.

Dev se había despertado temprano. Había dormido mal, estaba impaciente. Despertó a Alex, tenía que contarle a alguien los pequeños e improvisados planes que había creado en las horas que estaba despierto a mitad de la noche. El silencio le ayudaba a pensar. Lo sacudió hasta que su amigo se quejó, y se incorporó en la cama, para golpearlo con su almohada en la cara, provocándole reír a Dev.

-Tengo que hablar contigo...- dijo Dev, aún risueño. Él no lo sabía, pero era delicioso cuando reía. Se veía precioso recién levantado, despeinado y con los ojos levemente hinchados y achinados.

-Estaba pensando anoche, cuando te dormiste... Podríamos llamar a Savannah, que ella le preste su móvil a Cyrene, y allí podrán hablar tranquilos- dijo Alex, ignorando a Dev, cruzando las piernas sentado en la cama, con un codo en cada rodilla y descansando la cabeza sobre sus nudillos.

-No. No quiero llamarla ya- soltó Dev frunciendo los labios y arqueando las cejas.

-¡¿Qué?! Después de todo lo que me jodiste las pelotas anoche, ¿No quieres llamarla?- Alex frunció el entre cejo. Dev rió ante su gesto. -Infeliz idiota. Seguro te arrepentiste de dejar de tener sexo con las rubias- suspiró Alex, soplando un mechón de cabello rubio que le caía sobre la frente.

-No. No es eso. Aún quiero hacer las cosas bien- sonrió Dev. No podía creérselo ni él mismo, que no se había arrepentido luego de unas ocho horas. -Por eso mismo, no es buena idea llamarla. Es de cobardes. Debo ir, y poner la otra mejilla- dijo señalándose la mejilla opuesta a la que Cy le había abofeteado. Alex se recostó en la cama y empezó a reír a carcajadas. No podía evitarlo al pensar en la pequeña y torpe Cyrene Rose, abofeteándolo. Nunca golpeaban a Dev, más que aquella mañana Bret, y las golpizas en su casa, de las que nadie sabía. 

-¿Tus tíos no te han llamado?- soltó de la nada Alex, incorporándose nuevamente, serio.

-Sí. Le es cómodo que no esté allí, ya sabes, gastos menos- suspiró Dev. No quería que le recuerden ello, su vida, su verdadera vida, era una mierda. Era feliz con los Datch, a los cuales les sobraba dinero para una boca más. -Creo que empezaré a trabajar. En algún lado, de lo que sea. Para ayudar a tus padres con un poco de dinero. Me siento incómodo viviendo aquí y no colaborar ni siquiera con unos dólares- frunció el ceño, se rascó la barbilla y se tiró sobre su almohada, cruzando los brazos detrás de su cabeza.

Bajo el color del cielo (Cy y Dev)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora