Capítulo 18: La nueva Cyrene

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Primer día de clases. El último año para Alex, Dev, Cyrene y Savannah. James empezaría dentro de una semana la universidad. 

Ya todos yacían en sus bancos, en sus aulas, con sus profesores dando los temas a tratar en el año. Dev estaba sentado en la mesa del medio del aula, con la cabeza apoyada sobre una mano, mirando aburrido a la pizarra, con Alex a su lado copiando entusiasmado. Ni Savannah ni Cyrene estaban allí, pero Alex lucía demasiado calmado para algo así, aunque Dev no quería preguntar. No se sentía preparado para oír parlotear a su mejor amigo de su novia, enseguida se desviaba del tema y terminaba alabando los ojos, cabello y piel de la muchacha. No entendía el apuro de anotar todo aquello, de todos modos irían explicando nuevamente los temas, el día que tocara verlos. Garabateaba en la hoja, dibujaba sonrisas improvisadas, ojos grandes, y pequeñas partes de canciones que tarareaba. El profesor pidió disculpas, y se retiró apresurado. Dev lo ignoró, estaba un banco detrás y a la izquierda de donde Cyrene y Savannah se habían sentado todos los años escolares (primer banco, en la esquina junto a la puerta), suponía que volverían allí, entonces eligió estar más cerca esta vez. Tal vez pudiera acercarse de a poco, como amigo, o compañero. Esa era buena idea. O eso creyó. 

De pronto, Savannah entró con una calza azul, unos zapatos negros con boca de pescado de taco medio, y una remera gris claro, pisando fuerte, haciéndose notar, aunque el rubio de su cabello, su flequillo y sus ojos verdes fuertemente delineados con negro, ya la hacían resaltar del resto. Se aclaró la garganta, y sonrió satisfecha cuando todos la miraron. Parada frente a la clase, alzó las cejas, y miró a la puerta del aula, que seguía abierta. Dev la miró extrañado, y siguió el recorrido hacia donde iba la mirada de la holandesa.

Entonces, entró. Tenía una pollera de tablas color negra dos palmas arriba de la rodilla. Una remera rosa pálido con un pronunciado escote en v, con una chaqueta de jean claro encima. Tacos de media altura, stilettos negros. Su cabello estaba revuelto, naciendo un lindo y lustroso color chocolate en la raíz, que se aclaraba de a poco, llegando hasta el rubio en las puntas. Tenía un delicado delineado negro en los ojos, rubor suave y brillo para humectar su boca. No más jeans sueltos, poleras, zapatillas, anteojos o coletas de desprolijo y pajoso cabello. No más uñas cortas y mordidas. No más kilos de sobra.

Tal como Savannah y Alex esperaban, la mandíbula de Dev llegó hasta la mesa. Sus ojos estaban abiertos de par en par. Pocos de la clase la reconocieron enseguida, aunque ninguno fuera a decir nada. Jamás le habían hablado antes, y les avergonzaba hacer un comentario en ese momento, pero no había ni uno solo que no estuviera mirándola fijo, sorprendidos. Ella se paró en la puerta de la clase, sobre una pierna con la mano en la cadera. Tenía un pañuelo a juego con la remera, atado en su cabeza a modo de vincha, que corría hacia atrás su cabello, haciendo que cayera enmarcándole el rostro con las ondas. Sonreía satisfecha. 

Se sentó en su lugar, y Savannah la siguió. Querían aplaudir y chillar emocionadas, pero se hicieron las superadas, se dedicaron sonrisas cómplices y se callaron. Se propusieron lucir como chicas geniales, pero no sucumbirían a ser idiotas como todas. Serían nerds camufladas. Eso les sentaba bien a ambas. Cyrene no podría estar más feliz y satisfecha. Se sentía realizada. Se veía como se sentía, estupenda.

Dev no dejaba de mirarla con la boca abierta, incluso teniéndola de medio perfil. Nunca la había visto sonreír tanto tiempo seguido y tantas veces. De pronto la boca se le elevó en una comisura, y aprovechó que el profesor no estaba allí. Se puso de pie, caminó despacio y se acuclilló junto a la silla de ella, poniendo una mano sobre su pierna, que notó iba desnuda, sin esas incómodas medias que las chicas se ponían. Se mordió el labio inferior, y cuando ella se volvió a mirarlo, la miró entre las pestañas.

¡Wow! Cyrene casi se había quedado sin aire. Se lo veía bien, adorable en esa posición tan vulnerable, pero era lo más sensual que había visto en su vida. Y lo detestaba, también por ello. Él le sonrió desde allí abajo, y ella le devolvió una sonrisa sincera, no pudo evitarlo. Aquella imagen era para una fotografía. El chico más deseado de la escuela, inclinado a su lado, viéndola desde abajo... Era merecedor de analizarse. Pero sólo sonrió, algo embobada.

Bajo el color del cielo (Cy y Dev)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora