Capítulo 7: Sapos del mismo pozo

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-¿Siempre fuiste... Así?- dudó Cy, aún viajando con James hacia su barrio.

-¿Así, cómo?- se burló él.

-Si siempre luciste así, bien- preguntó ella, cruzando los brazos y mirando por la ventana. No sabía si trataba de fingir que realmente no le importaba la respuesta, o si algo se había ofendido por cómo él se había burlado. De todos modos sólo era una duda tonta.

-Casi. De niño iba por "mal camino" según ellos, me la pasaba comiendo y jugando video juegos, por lo que empezaron a exigirme que hiciera deportes y estudiara más, y así quedé- rió James, algo incómodo ante la mirada curiosa de Cy, pero sin dejar de sonreír.

-Oh- fue lo único que pensó ella que sonaría poco ofensivo ante los ojos expectantes de él. -Te dejaste someter...- susurró, observando que tal vez ella luciría así de bien también, si hiciera caso a sus padres. Entonces una duda nueva -¿Eres feliz?- no sabía por qué, pero le urgía saberlo. Ella no lo era, tal vez sí cuando estaba con Savannah y se sentía una más en el mundo, pero en casa jamás, y no se había dejado someter. Tal vez obedeciendo, lo fuera...

-En la escuela, donde nadie sabe cómo vivo o lo que soy, sí. En casa no, siempre me exigen más, notas más altas, más deportes, más amigos. Les preocupa que tenga una adolescencia normal, pero ellos son quienes no me lo permiten- exclamó exhausto, probablemente sólo de recordar lo que era su vida en casa. 

Pobre James, Cy entonces se dió cuenta que ninguno era feliz. Lo peor de todo, era que cualquier niño normal daría lo que fuera por unos padres millonarios. Pero ni a ella ni a él le habían tocado de esos padres millonarios y permisivos. Si eran padres modelo, exigían hijos modelo. Y era agotador tener que satisfacer constantemente a personas que estaban acostumbradas a tener siempre lo mejor de lo mejor. Por lo menos los padres de James debían de ser felices con él, aunque no rindiera como ellos quisieran, al menos les obedecía. Cy se sintió mal consigo misma, sintió que era la oveja negra de su casa.

-¿Tú?- James la despertó con esa pregunta, pero ella había volado muy alto para recordar de qué hablaban, por lo que lo miró sorprendida, ajustándose la cola de caballo contra el cuero cabelludo. -¿Eres feliz?- insistió James, aparcando su coche en la acera del frente de la casa de los Rose.

-Fuera de casa sí...- susurró abriendo sola su puerta, haciendo que él baje rápido, y le tome la mano para ayudarla a salir. ¿Por qué tenía que ser tan caballeroso? Cy no era una princesa, de verdad no lo era, y él era un real príncipe, amable, guapo y dulce. Debía de estar soñando con un protagonista de sus novelas. Exhaló y le sonrió agradecida.

Tocaron el timbre de la placa dorada que había junto a las rejas negras de la entrada, y éstas se abrieron enseguida luego de que una cámara de vigilancia los enfocara. James soltó la mano de Cy cuando percibió que ella estaba incómoda.

-Lo siento- quiso excusarse ella, pero él asintió con amabilidad, le guiñó un ojo.

-Entiendo- sonrió abiertamento, y a Cy empezó a faltarle el aire. Le molestaba que fuera tan guapo, se sentía empequeñecida con su presencia, muy poco para él. 

Ahora sabía, por lo menos, que no le interesaba por su fortuna, y que no quería burlarse de ella... Él era igual o más millonario que ella, y se enteró de su fama porque ella se lo contó, entonces ¿Qué quería? No podía gustar de ella, no en serio, no podía ser cierto algo así. Era absurdo. ¿O no? Cyrene pensaba que lo único que se veía de ella era su apariencia, ella se sabía una buena persona, pero jamás pensó que para los muchachos alcanzara sólo eso... Debía llamar a Savannah, ir a verla y hablar sobre ello. Savannah sabía más sobre los comportamientos de los muchachos que ella, había aprendido bastante con tres hermanos mayores guapos.

Bajo el color del cielo (Cy y Dev)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora