Dido

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Mi vida está en sus manos mi señor, 

cada palpitar de mi corazón le pertenece

cada aliento mío le pertenece, 

cada parte de mi le pertenece, 

me entrego a usted sin condición, 

mi vida esta en sus manos mi señor.


Aymar se deslizó por la piel de ébano de Dido haciéndola soltar un leve gemido, se relamió los labios y subió en búsqueda de sus ojos, los vio hermosos y sensuales como toda ella. Bajó por su cuello y posó sus manos sobre sus senos, redondos con los pezones hinchados debido a la profunda excitación, el aroma de azahar de Aymar invadía el ambiente y tenía a Dido embriagada por él, conforme se deslizaba ella intentaba guíar con sus manos la ruta que quería que siguieran sus besos, cuando sus labios capturaron a uno de sus pezones un jadeo intenso se liberó de aquellos labios regordetes, cuando el otro pezón fue sometido a las caricias de los dedos de Aymar, sintió como se humedecida su intimidad.

Aymar no le había quitado el vestido, sólo se lo había deslizado lo suficiente para poder apreciar la desnudez de la parte superior, le deleitaba imaginar la intimidad de la mujer. Abandonó los pechos para hundir su rostro entre las piernas de ella, para sentir su olor dejándole aún la ropa puesta.

- Aymar, por favor, te necesito dentro de mi. - le dijo, anhelante.

- Silencio - dijo con voz gruesa y ella solo pensaba en seguir sus órdenes.

La tenía frente a él, de pie, haciéndola separar un poco las piernas para rosar con la punta de la lengua el botón de su intimidad y la sintió estremecerse, arquear su cuerpo ofreciéndole más y pidiendo que entre muy profundo, mientras él lamía su clítoris, ella con una de sus manos acariciaba su hombría, que cada vez estaba más hinchada y deseosa de entrar en ella, se puso de pie y le levantó una de sus piernas para introducirse en su vagina goteante, latente.

Al entrar en ella se quedó quieto y las caderas de ella empezaron a marcar el ritmo.

Y luego empezó el a moverse...

Y los gemidos de Dido eran tan sonoros que se escuchaban en la habitación de Eren a pesar de estar dos pisos mas abajo,  el omega ante tal concierto de jadeos, se había levantado y salido al balcón a tomar aire, las batallas del día anterior habían sido muy interesantes. Cuando Aroom fue derrotado por William y su mandoble, le había parecido que el primero se había dejado vencer, William sintió lo mismo y estuvo de mal humor el resto del día mientras el emperador omega mostraba su habilidad en las demás batallas.

Después de todas sus victorias del día Eren se había metido a la bañera casi una hora, con sales reconfortantes y aromáticas. Se supone que debía estar relajado, pero su omega estaba inquieto, lo sentía ronronear constantemente, Eren se sentía incómodo cuando se manifestaba en el esas sensaciones y ahora tremenda orquesta que había en el castillo. Buscó su bata y salió de la habitación, todo el ambiente olía a la combinación de aromas de Dido y Aymar, algunos miembros de la corte de Lyonese se habían despertado también y la mayoría de omegas había pedido ser atendido por su alfa. El sexo está tan latente en el ambiente que casi se puede tocar y Eren ya tenía 4 meses sin tomar su té. Se deslizó por el corredor y se escabulló fuera del castillo, al sentir el aire frío se sintió libre en ese inmenso prado que conectaba el castillo con las caballerizas, pensaba ir por Barto, su amado pura sangre que lucía cada vez más hermoso.

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