El beso

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  Sólo un beso (Martita Troiano)

Cualquier cosa por un beso de tu boca

de esa tu boca que invento siendo mía

con un beso húmedo, entibiado

un beso hirviendo

un beso lento

insomne, apresurado

irreverente

Sendas de perlas

llamando a viva voz la sangre con los labios

Un beso simple, complicado

largo, entrecortado

un beso halcón beso paloma

entrelazados los alientos

perdida en el vacío la cordura

Cualquier cosa por un beso de tu boca

Un beso que hable lenguas vivas, lenguas muertas

Sumidas en un ritmo inverosímil

Un beso pronto

Antes de la censura de los jueces

Antes de que me borres de tu vida.

Los días de Alzir en el castillo de Angkor no habían sido tranquilos, habían sido todo, menos eso, sus únicos momentos de paz los tenía cuando Nill venía a verlo y ahora era una paz a medias, porque no se atrevía a confesarle quien era o mejor dicho, quien había sido. Esa tarde había salido a uno de los jardines del castillo a esperar a Nill, habían quedado en verse y el omega por más que había hecho inútiles esfuerzos, sus sentimientos por el alfa había solo ido en aumento, quería a Nill, pero así como lo quería era también su deber protegerlo, de cualquier cosa. Ahorita la reina Enma era su enemiga mas poderosa y no encontraba la forma de salir de ese problema. Cuando veía a Nill perdía el aliento y se sentía terriblemente miserable de no decirle quien era él en realidad. Se había arreglado con esmero, Alzir era pretencioso y un omega bastante femenino, le gustaba verse atratactivo y que los alfas volteen a verlo, así con quistó a William cuando solo era un príncipe, cuando recordaba esos tiempos sentía un mar de confusiones, ellos se habían querido, de eso estaba seguro, el tiempo en que fue omega de William el no quiso cerca a nadie más, y quizás si su esposa hubiera sido la princesa Antía, ellos hubieran seguido juntos, pero el destino caprichoso llevó a Eren a cruzarse en su camino, el gran monarca Eren de Angkor, un omega que a todas luces era completamente diferente a lo que todos esperaban, fuerte, terco arrogante, pero con un corazón bondadoso de eso estaba seguro. Ya no amaba a William. Y no estaba seguro del día en que dejó de hacerlo, a veces sentía que fue cuando fue capaz de dudar y creer que el lo había atacado, luego lo pensaba de nuevo y llegaba a la conclusión de que no era así, que había dejado de quererlo cuando sintió el llamado del lobo de Nill. Se había sentado en una de las bancas de mármol que adornaban el jardín exquisito que estaba en la parte frontal del castillo, se había quedado viendo las flores y había dejado que la brisa cálida caliente su corazón.

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