quinto deseo

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Salir a bailar a una discoteca a las afueras de la ciudad fue bastante divertido para ambos, el ambiente estaba en su punto, la gente bailando, cantando, pero sobre todo ignorando su presencia en ese lugar los hacia sentir tranquilos.

--Me siento un anciano en este lugar bebé, todos son jóvenes pubertos-- Diamante medio gritaba para poder ser escuchado por la rubia que hoy con unas zapatillas altas le daba casi a la altura del hombre.

--No seas bobito cariño, eres el hombre más guapo y misterioso de este lugar, las chicas te quieren comer con la mirada y yo me siento afortunada-- ella se acercó lento, al ritmo de la canción de moda, dejó descansar sus brazos al rededor del cuello del hombre y este automáticamente la atrajo con manos en sus caderas contra su propio cuerpo.

¿Desde cuándo habían empezado los motes cariñosos?, Ni ellos lo sabían, solo se habían dado de forma natural y ya no se avergonzaban en decirlo.

--y tú eres la mujer mas hermosa en este lugar, solo mírate-- él la giró sobre sus pies para volver a pegarla a su cuerpo. La rubia tenía un vestido de lentejuelas negro, con una sola manga, larga que dejaba su hombro descubierto, dónde diamante no dudó en dejar un beso. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, y su maquillaje de ojos estaba bastante cargado, pero sus labios solo tenían gloss.

Perfecta, fue lo que pensó el peliplata toda la noche.

Diamante traía puesto unos jeans, que hace tiempo no usaba, pero se ajustaba bien a sus piernas torneadas, camisa gris, con unos cuantos botones sueltos, el cabello solo recogido en media coleta, lucía más joven de lo que es, pero el aire de misterio y seriedad siempre lo acompañaba.

Serena estaba feliz, como hace mucho no lo estaba, y Diamante, pues él estaba viviendo cosas que antes no había vivido, y el experimentar cosas nuevas era asombroso para él.

--Estás radiante mi vida, brillas con Liz propia.

--debe ser por las lentejuelas.

Ambos rieron y después de bailar un rato se fueron a sentar a sus lugares, perdidos entre mimos, besos y risas, siempre que estaban juntos era así, aunque luego tuvieran que volver a la realidad aprovechaban el tiempo donde pudieran verse.

Y así habían pasado ya algunos meses, haciéndose tiempo para verse, llamarse, enviarse uno que otro mensaje, sin interrumpir o poner al otro en evidencia.

--Estoy muerto, creo que no iré a la clínica mañana, ya estoy algo viejo para esto-- se quejó un poco el peliplata.

--Bueno, si quieres podemos irnos, así te puedes ir a descansar-- bromeo la rubia bebiendo de su copa con cóctel.

--no hay forma de que eso pase, lo mejor de la noche está por venir, hace una semana que no te veía y no te voy a dejar en lo que resta de la noche. Es más creo que deberíamos irnos justo ahora.

Después de un par de palabras más, ninguno de los dos dudo en irse a un hotel cercano donde volvieron a ser presa del amor y pasión que los consumía, eran tan adictos el uno del otro, sus cuerpos encajaban como dos piezas de rompecabezas, hasta podían sentir como sus corazones latian al compás del otro.

--no puedo cansarme de esto-- diamante dejó un par de besos sobre la cabellera desordenada de la rubia que descansaba sobre su pecho.

--Ni yo, mi amor-- Serena se removió un poco, para continuar hablando. --Rei se ha estado quejando que últimamente no le doy atención, que no quiero ir a tu casa y que a donde salgo sola-- Serena evitaba rotundamente ir a la casa de su mejor amiga, por obvias razones, alegando que ya no quería que neherenia la insultara y la pelinegra se quejaba de que antes no le importaba.

--mmm si, te entiendo, Nere también se ha estado quejando de que estoy tomando más turnos.

Por unos segundos no se dijeron más nada, sabían lo incorrecto que era todo esto, ellos sabían que era cuestión de tiempo, una pequeña falla y todo se iría a la borda y en el fondo eso los asustaba, el miedo de perder a sus seres queridos.

--Te quiero pequeña, sabes que no te dejaré sola si esto se nos escapa de las manos, nunca tendrás que cargar con esto tu sola.

--no digas eso, nadie va a enterarse, lo hemos estado haciendo bien, lo que me duele es lastimar a los que amo, sabes, he pensado en terminar con Seiya, cada vez estamos más distantes, yo... Mmmm ya no siento lo mismo por él.

El peliplata quedó en silencio unos minutos, ¿Que podía decir? Él no podía simplemente decir que iba a divorciarse de su esposa, no era tan fácil como acabar un noviazgo y él sentía que habían sentimientos dentro de él por su esposa.

--¿Estás segura?-- aunque sintiera celos del joven con el que se topaba de vez en cuando, jamás se había atrevido a pedirle a su amante que dejara al chico, aunque la confesión de serena lo hacía feliz, se sentía un maldito egoísta por dentro. --sabes que yo, no puedo hacerlo. No puedo dejar a neherenia.

--No te estoy pidiendo que lo hagas, lo que hago es por decisión personal-- en el fondo de su corazón le dolía lo que estaba viviendo, había caído perdidamente enamorada de un hombre casado, un hombre que era suyo por breves momentos, pero que siempre volvía a casa con su familia, y ella quedaba sola, no podía arrastrar a Seiya en esto, simplemente pagaría la consecuencia de este acto.

--perdón, serena.

--no tienes por qué, esto es solo sexo-- Diamante solo asintió ¿Que podía decir?. El momento se hizo incómodo, tenso, como siempre que tocaban este tema. --vamos a dormir--. Una sonrisa tensa se dibujó en los labios de la menor, pero no dudó en dejar un último beso en los labios del confundido hombre.

Y así, temprano una mañana de domingo Serena fue dejada en la puerta su apartamento, una corta despedida y la burbuja nuevamente se había reventado y con la balanza subiendo y bajando a favor o en contra Serena se preguntó si valía la pena tener al hombre de a momentos para después llorar un poco en la soledad de su habitación.

Sin saber que a lo lejos alguien la veía subir y bajar del auto del hombre ajeno...

Holis, ¿Que tal su día?

¿Quien piensan ustedes que los ha visto? ....

Correcciones después, a penas si tengo tiempo de actualizar.

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