Octavo deseo

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¿En qué momento de tu vida puedes decir que todo se fue al carajo?...

Diamante pensaba que justamente este era el momento de su vida donde se iba a la mismísima mierda.

Estaba frente a dos mujeres que amaba con locura, una era su hija Rei, impetuosa, arrasadora como un huracán que estaba seguro destruiría todo a su paso cuando se enterara que si las cosas eran como el pensaba ella iba a tener un hermano o hermana en los próximos meses. Y la otra era Serena, la mujer que lo había hecho más feliz que nadie en el último año y que ahora llevaba su hijo en su vientre y de solo pensarlo el destello de felicidad iluminó sus profundas orbes, era su hijo.

Su hijo.

Su hijo, algo que no pensó podría volver a sentir, esa emoción inigualable de que pronto el fruto de su amor estaría en sus brazos, un ser pequeño, frágil e indefenso que pronto cargaría en sus brazos, y entonces la realidad le cayó de golpe cuando su hija levantó un poco la voz, haciendo brincar a la rubia sobre la cama, por lo visto ella también estaba perdida en sus pensamientos.

--Hija, yo sé que tienes muchas preguntas pero no es el momento...

--¿Te acuerdas el chico de la nota?-- Serena interrumpió a Diamante --bueno, parece que solo bastó una cita para que esto pasara.

--Por Dios sere, ¿Acaso no tomaron precauciones?--. Rei ahora se acercó preocupada a la camilla sentándose a un lado para tomar las manos de su amiga. --Olvidalo, se que si, pero estas cosas a veces fallan y sabes que cuentas conmigo, si estás feliz yo estoy feliz y si sigues llorando también voy a llorar.

Diamante estaba a punto de llorar, parpadeó unas cuantas veces y tomó aire para calmarse, solo hubo algo que no le cuadró en la ecuación... ¿Él chico de la nota?.

--Dejame decirte que voy a meterle ese girasol marchito por el ano.

--Rei, que son esas palabras, yo no te eduqué así, hija-- expuso diamante desde un rincón de la habitación revisando nuevamente todos los análisis de la rubia, necesitaba corroborar que todo estaba en orden.

--Lo siento papá, pero es que tengo que encontrar a ese hombre ¿Cree que con una nota de perdón y un maldito girasol se solucionan las cosas?, No ahora tiene que venir y hacerse responsable de esta situación.

--Rei-- Serena habló de forma tranquila, tratando de calmar a su amiga en vez de ser al revés. --Yo no necesito que nadie se haga responsable de mi, sea lo que sea que decida, no quiero que esa persona tenga nada que ver conmigo y este bebé, es lo mejor para todos.

Diamante la observaba detenidamente, ¿Cómo no se iba a hacer jodidamente responsable? Su hija le había gritado en la cara que tenía que hacerlo aunque ella no supiera realmente todo lo que estaba pasando.

--Bien, es suficiente mi amor-- extrañamente ambas levantaron la vista hacia el hombre, pero inteligentemente miró a su hija para hacerle saber a las presentes que se dirigía a la pelinegra. --Vamos a hacerle una ecografía a Serena, tú ve a traerle algo de comer a tu amiga mientras la llevo con la ginecóloga y le practiquen un ultrasonido, debemos saber cuánto tiempo tiene de gestación.

Con algunas protestas la chica salió de la habitación, dejando múltiples besos en la carita de su mejor amiga y prometiendole que le traería algo dulce para comer, Serena solo asintió con una sonrisa y vió salir a su mejor amiga de la habitación.

--Serena yo...

--Este hijo no es tuyo diamante, yo tuve un desliz hace un tiempo y creo que este es el resultado de ello.

--Sabes que estás mintiendo, si estás embarazada ese hijo es mío y creeme que no voy a dejarte sola.

--Ya lo habías hecho, estaba sola desde que te fuiste Diamante ¿Te has puesto a pensar en el gran problema que tendrías si tú familia llega a saber que estoy esperando un hijo que piensas que es tuyo?.

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