VIII

25.5K 2.9K 590
                                    

Paula.

Observé atentamente mientras ambas chicas se alimentaban como si no hubiesen comido en días mientras reían sobre la tarde que habían tenido hoy. Sonreí al ver la felicidad reflejada en el rostro de mi hija llenándome por completo de ella. Zoey era buena para ella, a pesar de que tenía trece años más que Amelia no parecía en absoluto molesta por cuidarla y disfrutaba pasando el tiempo con la pequeña ocurrente de tres años que todas las tardes la acompañaba.

— Hoy Lucas no jugó con nosotras. —comentó Amelia llevándose una cuchara de arroz a la boca. Masticó y masticó y tras tragar volvió su atención hacia mí. —¿Le habrá pasado algo?

Mi sonrisa se amplió, dudaba mucho eso. —Seguramente estaba ocupado, mi cielo, no todas las tardes puede pasar a jugar.

— Los adultos son raros. —enarqué una ceja cuando Zoey posó sus ojos en mí, sorprendida por las palabras de la chiquilla que ahora tomaba el trozo de carne con la cuchara intentando cortarlo en un trozo más pequeño. —Mami.

— Cómetela así. —dije corroborando que estaba de un tamaño aceptable para que ella lo comiera. Siempre me hacía cortarla en trozos más pequeños para al final decir que se comió diez y ya no comer más. Esta vez no. —Sino Zoey y yo nos comeremos el helado del refrigerador y tú no probarás ni un poco.

— No es justo. —me apuntó para luego con las dos manos agarrar el vaso de la mesa y llevarlo a su boca tomando gran parte del liquido dentro. —Pero lo haré. —en silencio seguimos cenando, escuchando atentamente el ruido del televisor. Ellas para quejarse del volumen y yo colocándome al tanto de las noticias.

— Ve a lavarte los dientes y las manos mientras yo lavo esto. —le dije dándole una sonrisa.

— ¿Necesita ayuda, señora Roberts?

Sacudí la cabeza en dirección a Zoey. —No, cielo, y ya te dije que me llames Paula. Me siento vieja cuando me llamas así y solo te llevo diez años, ¿te gustaría que Amelia te llame señora Zoey? —su rostro se tornó horrorizado y fue entonces cuando solté una carcajada. —¿Ves?

— Paula. —probó el nombre, colocando sus manos sobre los hombros de la niña frente a ella. —¿Quieres ayuda? —besó su mejilla. Amelia asintió y en parte me sorprendió, parecía estar feliz porque Zoey la ayudara en todo, pero cuando yo le ofrecía mi ayuda la negaba diciéndome que estaba grande y podía sola. Vaya.

Lavé los platos y recogí el resto de cosas de la mesa, limpiándola en el proceso. Por lo general éramos nosotras dos y Fallon así que llegó un momento en que le dije a mi amiga que guardara todos sus platos y solo mantuviera fuera los necesarios. Siempre se quejaba de que la cocina estaba hecha un desastre, pero no se inmutaba por la cantidad de cosas que mantenía fuera como si las usara todos los días.

— Mami, ¿puedo ver televisión un rato?

— ¿Qué tanto? —inquirí girándome hacia ella.

— Solo un poco. —sonrió de lado, mostrándome el indicio del hoyuelo en su mejilla. —¿Sí?

— Claro, mi amor. Y luego a la ducha y a la cama, mañana tienes escuela.

— ¿Vienes, Zoey?

— En un rato, Ame. —le guiñó, pasando al sofá y sentándose en el sofá. Amelia se perdió en el pasillo y cuando escuché la puerta cerrarse, posé mis ojos en la chica rubia completamente perdida mientras observaba la pantalla de su celular. No me acerqué hasta que escuché el suspiro saliendo de su boca sabiendo que algo no andaba bien.

— ¿Qué sucede, cariño? —me senté a su lado, escaneando la tristeza en su rostro. Su madre trabajaba todo el día al igual que su padre así que no dudé ni un segundo al abrirle las puertas de nuestras vidas, era una chica maravillosa y teniendo en cuenta la situación era normal que se sintiera sola algunas veces.

SUDDEN DEATH (Kings Of The Game #6) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora