XVII

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Lucas.

Seguí a Ashton escaleras arriba en la casa de tres plantas que el hombre poseía en Destin, llevando la bolsa de viaje de Paula y la mía en mis manos tras dejar la de mi hermana en la habitación de la planta baja. Insistió tanto que no iba a subir y bajar las escaleras que Ashton tuvo que ceder y tomar la habitación del primer piso ante la sonrisa inocente de su esposa que solo se paseaba de un lado al otro con su mano en su vientre.

Puse las cosas sobre la cama, deleitándome con la vista de la playa que daba desde la ventana. No sabía que era lo que Paula quería, habíamos dormido juntos una que otra vez, pero por respeto solo dejé sus cosas y las de Amelia y llevé las mías a la habitación del fondo reconociendo la sonrisa conocedora de mi cuñado al abrirla.

— Voy a necesitar tu ayuda. —anotó ingresando al lugar y abriendo las persianas permitiéndome acomodarme en la espaciosa habitación mientras rebuscaba entre los cajones el control del aire acondicionado y lo encendía.

— ¿Qué pasa? —me quité los zapatos, sin mirarlo. Ashton era demasiado reservado con sus cosas y rara vez pedía mi ayuda, así que siempre estaba presto para colaborar aprovechando la situación. Él y yo nos habíamos conocido incluso antes de que mi hermana pusiera sus ojos sobre él, fue algo inesperado saber que andaban teniendo en cuenta que a Bianca le gustaban los matones que solo le rompían el corazón. Ashton lo fue en su momento, pero era un matón renovado cuando ella comenzó a salir con él.

— Bianca me dijo que ya sabes que es un niño. —asentí, sin comprender el rumbo de sus palabras. Era un tanto misterioso algunas veces. —El trabajo me mantiene muy ocupado, quiero hacer lo posible para poder darme un respiro cuando nazca el bebé y estoy trabajando el doble.

— Es tu familia, Ashton. Tú trabajo en la embajada comenzó como un pasatiempo y mira todo lo que te ha quitado. —no sabía si lo que pedía era un consejo, pero de todas formas se lo estaba dando. Bianca se quejaba constantemente de que su esposo era un adicto al trabajo, no porque no le diera tiempo a ella, sino porque les daba demasiado a ambas partes de su vida y le preocupaba su salud. —¿Es sobre eso que quieres hablar?

— Sí y no. —su espalda tocó la pared al recostarse en ella cruzándose de brazos. Su camisa arremangada azul haciéndolo lucir un poco más relajado que el hombre de negocios con traje que subió al avión esta mañana. —Tienes un título en negocios y economía, eres bueno en ello y sé que pido de más, pero ¿podrías ayudarme con la empresa?

— No sé nada de seguridad, Ashton. —me burlé, sin sentirme para nada presionado o incómodo. Sí, sabía negocios, tenía un par de acciones en la bolsa a escondidas del mundo y me gustaba, pero de allí a dedicarme a eso había una gran diferencia. —¿Qué quieres que haga?

— Solo un par de cuentas aquí y allá. —me sonrió de lado. —Voy a dejar la embajada el próximo año, pero quiero que sea una sorpresa para Bianca. Me dedicaré a mi familia y a la empresa, he reunido suficiente dinero para mantener a mis hijos y a los hijos de mis hijos sin escatimar en gastos y no quiero que ella crea que el trabajo es mi vida cuando no lo es. —sus ojos marrones parpadearon con desespero. —Pero no puedo dejar las cosas de lado así sin más.

— No puedo prometer ser el mejor, pero puedo hacer el esfuerzo por lo menos hasta que comiencen los entrenamientos. Luego de ello, tendré que dejarte, porque el equipo me necesita al cien. —asintió, la gratitud reflejada en su rostro. —¿Algo más?

— La casa que compramos ya está casi lista, pero falta la habitación del bebé y a pesar de que tu hermana es una obsesa del control quiero ser yo quien le de ese primer regalo a ambos. —a Bianca seguro le encantaría eso. Nada más me bastaba con verla a punto de llorar cuando Ashton paseaba la mano por su vientre embelesado para saber que a ella no le importaría ni un poco no participar en la decoración del cuarto de su hijo.

SUDDEN DEATH (Kings Of The Game #6) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora