VI

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Lucas.

Mi teléfono sonó a mi lado justo al momento en que me estacionaba un par de metros antes de la entrada de mi edificio. La fila de autos estacionados frente haciéndome quejarme por tener que caminar más de la cuenta. Me dolía todo y solo quería llegar a mi casa de una buena vez. George estaba más temperamental que de costumbre y eso no ayudaba mucho en los entrenamientos.

— Hola, Robin. —atendí apagando el auto y abriendo la puerta para salir.

— Señor Stark. —su voz era tensa y de paso me tensó a mi también. El hombre normalmente era alegría total cuando hablaba.

— ¿Algo va mal? —me bajé del auto, cerrando la puerta y recostándome a ella.

— Hay un hombre aquí en su busca. —escuché murmullos del otro lado de la línea y luego los ladridos de Tornado se hicieron presentes. —Se llama Leonard Forbes. —suspiré, tomando un par de respiraciones pensando como demonios iba a quitarme al idiota de encima. Llevaba meses buscando y metiendo sus narices en mi vida queriendo encontrar trapos sucios que sacar a relucir y enojándome en el proceso.

¿Qué demonios pretendía? No había nada allí más que desastre y eso a él no le importaba en lo absoluto.

— ¿Qué le dijiste? —miré mi reloj, repasando las manijas girando. No podía entrar por la entrada principal y dejé mi tarjeta de entrada al parqueadero antes de irme esta mañana.

— Que no estaba, pero él insiste en esperarlo. —dijo entre dientes haciéndome saber que ya Leonard había sacado su estupidez a la superficie haciéndolo enojar a él también. —¿Necesita algo?

No podía decirle que me ayudara, tendría que dejar su puesto para ello y Forbes probablemente sabría que yo ya estaba aquí. —No. —rasqué mi cabeza pensando en irme a un hotel a partir de aquí. —Avísame cuando se vaya, y dile a Bart que ese señor no es bienvenido en el edificio. —escuché su despedida antes de colgar la llamada, pero no respondí. Estaba frustrado, enojado y con ganas de darme una ducha luego del entrenamiento de hoy. Me maldije internamente por no asearme en el estadio.

Conociendo al idiota dentro todo aquel que entrara tendría que soportarlo. Se apegaría a lo que fuese para sacar información, así que estaba a la deriva de lo que mis vecinos e inquilinos dijeran sobre mí.

Abrí la puerta con ganas de salir rápido de aquí rumbo a un hotel, pero la cabellera castaña pasando por el lado derecho de mi auto me detuvo a mitad de camino. Sonreí al verla maldecir cuando algunas de las cosas que traía entre manos cayeron al suelo provocando que tuviese que detenerse.

Me escabullí, cerrando con cuidado la puerta de nuevo y despacio, caminé hasta llegar a ella. Tiré de su mano con un movimiento y escuché su chillido justo cuando la aprisioné entre la pared y mi cuerpo al llegar al pequeño callejón que estaba entre el edificio y el de al lado.

Sus ojos se abrieron sorprendidos y su nuevo grito quedó a medio salir cuando fijó sus avellanas en mí. —¿Estás loco? Casi me matas de un susto. —llevó la mano a su pecho viendo como todas las cosas que traía al final habían terminado en el suelo.

— Lo siento. —no pude evitar la sonrisa que se extendió por mi rostro. Ni siquiera sabía por que lo había hecho, mi cuerpo solo reaccionó al verla. Llevaba días andando por allí con la esperanza de encontrarla en el camino, pero no había tenido resultados. Caso contrario a lo que sucedía con su hija, Amelia y yo teníamos una rutina cuando se quedaba al cuidado de Zoey mientras su madre tardaba en llegar del trabajo.

La adolescente la llevaba al ala de juegos en el primer piso y ellas, el novio de Zoey y yo jugábamos americano un rato. Era algo adorable porque Amelia apenas si podía correr mientras sostenía el balón, pero terminábamos riendo.

SUDDEN DEATH (Kings Of The Game #6) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora