VII

27.6K 3K 659
                                    

Paula.

— Mami. —me giré desviando la atención de la pantalla para encontrarme los ojos azules de mi hija brillando al igual que su sonrisa. Su mirada pasó de mí a los zapatos tenis en sus manos y de vuelta, dándome un mensaje con ella. Me hice la tonta y en lugar de decirle algo esperé atenta a que continuara. —¿Podemos? —me mostró sus dientes de leche con los ojos de cachorro más hermosos que algún día me había dado.

— ¿Podemos qué, mi corazón? —como pude hice un pequeño impulso y la levanté en volada llevándola directo a mi regazo en la cama. —Estás comiendo demasiado. —bromeé dando un casto beso en su mejilla derecha. —Dios, amo estos cachetes. —ella soltó una carcajada dejando los zapatos en sus piernas y abrazándose a mí, colocando su cabeza en mi rostro.

— ¿Me llevas al parque? —su voz salió en un susurro, pero por la cercanía entre ambos la escuché a la perfección. Escaneé su pijama de unicornio con una sonrisa viendo como comenzaba a colocarse los tenis. La conocía, no le importaba salir a la calle así, de hecho, se sentía feliz de hacerlo y a mi me daba igual porque su sonrisa lo valía todo.

— ¿Qué quieres hacer allá? —se encogió de hombros, pensativa, sus ojos pasaron a un punto fijo en el techo para darle énfasis a su actuar. Casi suelto la risa, casi.

— ¿Podemos llevarnos a Tornado?

Hice una mueca, no tan convencida. Ella jugaba normalmente con el perro en el área verde del edificio, pero sacarlo ya era otro asunto. No estaba muy segura de poder con ambos realmente. —No lo sé, cariño. Robin lo necesita aquí y me da un tanto de miedo por los otros perros. —anoté sintiéndome mal cuando su sonrisa cayó.

— Está bien, entonces ¿puedo llevarle comida a las palomas? —asentí tomándola de los brazos y dejándola en el suelo. —Y me voy en pijama. —me señaló, completamente decidida.

— Como diga, su majestad. —me puse de pie agradeciendo no haberme cambiado cuando llegué del gimnasio. Aproveché que Amelia salió algo tarde de la escuela y me di treinta minutos para mí, aunque de haber sabido que ella querría ir al parque no lo habría hecho, quemaría el doble de calorías corriendo tras ella que en cualquier gimnasio. —Ponte bloqueador solar, la última vez llegaste anaranjada aquí.

— Pero es que me da calor. —se quejó, cruzándose de brazos.

— Mejor eso a que los rayos te hagan daño, ¿no? —su boca se frunció, pero no se movió. —Si no te aplicas bloqueador no iremos y sabes que hablo enserio. —suspiró posando su mirada en el suelo mientras pensaba que opción era mejor si quedarse aquí o hacerme caso y salir.

— Solo un poquito. —juntó su dedo índice con su pulgar para hacerme saber a que se refería. Y yo bien sabía que ella también hablaba enserio.

— Búscalo y tráelo aquí, yo te lo aplicaré. —abrió la boca, cerrándola de golpe al ver como enarqué una ceja esperando que chistara. Me daría un par de dolores de cabeza en su adolescencia si su personalidad ahora era un indicio de lo que sería en un futuro, pero era por eso que tenía que aprender que tenía limites y reglas aquí.

— Está bien. —refunfuñando, salió de la habitación pisando con fuerza para hacerme saber que no estaba de acuerdo con lo del bloqueador, no que no lo supiese, su cara era demasiado expresiva de por sí.

Me arreglé el cabello atándolo en una coleta alta mientras esperaba a que llegara. Tomé mis tenis y al igual que ella, los coloqué atándolos con rapidez cuando escuché como corría por todo el pasillo. Segundos después la tuve frente a mí con el pequeño tarro extendido en mi dirección mientras me observaba con impaciencia.

SUDDEN DEATH (Kings Of The Game #6) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora