Quimera

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—Fue un encargo para él. Yo no quería tener nada que ver con ella, pero ya sabrás que mi voz y voto no valían nada. —caminó más serena hacia el sofá y tomó asiento con ambas manos masajeando su frente. —lo único que sé es que se metió con gente muy peligrosa, gente con mucho poder. Tráfico de niños en pocas palabras, lo peor de lo peor.

Me quedé mudo por varios segundos, aún sin lograr asimilar todo lo que me estaba diciendo aquella mujer. Mi corazón comenzó a latir con fuerza e incluso podía sentir como el vómito llegaba a mi garganta por la enorme impotencia que tenía.

—Eso quiere decir que... Marinette tampoco es hija de él. —tomé mi cabeza y desesperadamente desordené mi cabello. —ustedes no eran sus padres... Nunca lo fueron. —murmuré. —Marinette es una niña perdida.

—Lo único que sé es que la transacción salió mal, luego de eso tuvimos que mudarnos con la niña a rastras o nos encontraría la policía, la hicimos pasar por nuestra hija, pero poco duró cuando nos pedían identificaciones en las escuelas.

—Pudo denunciarlo, pudo llevarla a la policía, pudo ser una madre para ella, pudo no guardar silencio. —la miré fijamente, pero ella sólo estaba perdida en un punto muerto de la pared.

—No sabes lo que era vivir con ese monstruo.

—¿Y cree que es justo lo que una niña vivió gracias a ustedes? —alcé la voz, ya no podía controlarme. —la separaron de su familia y la trataron peor que un animal. —me senté frente a ella para que me viera de una vez. —¿Sabe lo que él le hacía? Marinette me lo contó todo. No había día en que no recibiera un golpe de su parte y para rematar, su supuesta madre la abandonó a los doce años. ¿Qué clase de ser humano eres?

—¡Tú no sabes nada! —gritó poniéndose de pie, las lágrimas se escurrieron por su rostro, pero no me daba pena ni mucho menos lástima. —¡No sabes nada!

—¡Quiero que me diga todo lo que sabe sobre Marinette! —fruncí el ceño. —Tenga por seguro que esto no quedará así. —volví a levantarme.

—No te atreverías...

—Claro que me atrevo. ¿Cree que su nueva familia merece vivir con una mujer como usted? ¿Cree que Kagami merece una madre como usted?

—Escúchame muy bien mocoso. —me apuntó con firmeza, casi podía ver llamas saliendo de sus ojos. —no te metas con mi familia o realmente vas a conocerme, y te aseguro que no es algo que quieras.

—Marinette antes estaba sola, pero ahora me tiene a mi y no dejaré que siga sufriendo por culpa suya, así que le tocará asumir las consecuencias de sus acciones. Dígame todo lo que sabe de ella, necesito que me lo diga ahora.

—¡No sé nada! ¡Yo no tenía nada que ver con ella! —en un arrebato tomé su muñeca con fuerza. —¡Todo ese negocio lo vio él!

—¡Algo pudo decir cuando era niña! ¡Lo más mínimo sirve para encontrar a su familia!

—¡Sueltame! —forcejeó conmigo, pero no la soltaría a menos que me dijera algo útil.

—¡Déjala! —la voz de Kagami llegó a mis oídos casi tan rápido como su empujón en mi pecho. —¿Qué crees que estás haciendo? —sus afilados ojos podrían rebanarme. —¿Estás bien, madre? —tomó la mano de la mujer con delicadeza y la observó de la misma manera, para luego voltear hacia mí con la misma expresión de enojo que antes. —No eres bienvenido en mi casa, Adrien. Te pido que te vayas.

—No pienso irme hasta que...

El sonido de mi celular me interrumpió y casi por instinto lo saqué de mi bolsillo, observando en la pantalla un mensaje de papá.

Say It FirstDonde viven las historias. Descúbrelo ahora