De un músico a otro

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Un día crees tener todo para ser feliz, pero de un momento a otro, todo se derrumba frente a tus ojos y no puedes hacer nada.

Me sentía estúpido.

¿Fui muy ingenuo al creer que todo saldría bien? Posiblemente.

Muy en el fondo me alegraba que Marinette estuviera bien, también que nuestros sentimientos fueran mutuos y que mis padres estuvieran conmigo en estos momentos, pero no podía ver nada a color cuando mi sueño se evaporaba frente a mi.

Quería hundirme en lo más profundo de un pozo y no salir jamás. ¿Era egoísta? Bastante a decir verdad, pero ni siquiera mi autocompasión estaba usando.

Nuestro accidente no fue una coincidencia y lo sabía muy bien debido al teniente Roger, quien era el padre de Sabrina, una compañera de mi salón. Mi auto fue truncado y gracias a eso, acabamos chocando contra un camión que transportaba verduras.

Casi una semana más en el hospital, Marinette fue dada de alta y yo me quedé hospitalizado debido a mis lesiones.

Nuestros compañeros de instituto se enteraron de lo que nos pasó y todos vinieron a visitarnos. Yo no hablé con ninguno de ellos, no quería ver a nadie, ni siquiera a mi madre, así que me hice el dormido cada vez que venían, aunque eso no me impidió oír que hablaban con Marinette.

He de admitir que me sorprendió que dejaran sus perjuicios de lado, oír cada disculpa de cada uno de ellos, incluido Kim y Chloe, fue digno de admirar. A pesar de lo tímida que se expresó Marinette, hablaron "normal".

Había un reloj frente a mi cama y juro que me sacaría los oídos para dejar de oírlo, pero no podía. A penas me habían permitido sentarme, el cuello ortopédico me estaba matando de incomodidad, me costaba respirar con normalidad porque me fracturé como cuatro costillas, y para que hablar de la horrible jaqueca que me daba luego de pasados los efectos del medicamento. Espero no volver a tener un accidente como este en el futuro.

Tenía el suficiente tiempo para perderme en mis pensamientos y todos eran destructivos o pesimistas. ¿Qué haría ahora? Mi brazo estaba destrozado y las secuelas no ayudarán a poder tocar piano nuevamente.

—Bonita vista. —una voz conocida hizo eco en la habitación. Me habían cambiado a la camilla en donde estaba antes Marinette, más específicamente al lado de la ventana, así que podía mirar hacia afuera todo lo que quisiera. —¿Cómo estás? —ignoré su pregunta. Creo que era la última persona que quisiera ver ahora mismo. —Adrien... —sentí como se hundía una parte del colchón cerca de mi rodilla. —Alya y Nino me dijeron que no haz dicho ni pío en días. ¿Podrías al menos mirarme? —se oyó seria, pero su reacción ni me producía nada. —se que no nos conocemos mucho, pero te veo muy mal y te entiendo...

—¿Lo entiendes? —solté sarcástico sin verla. —perdón por ponerlo en duda, pero tu no eres la que no podrá tocar su instrumento otra vez. No eres quien tiene su brazo en tres partes.

—Es cierto... Perdón. Pero no puedes desanimarte de este modo.

—Ya no se trata de superar un trauma, Bridgette. Esto ya no es una lucha contra mis demonios, esto es algo fuera de mi alcance.

—No, no es así. Aún tienes que recuperarte y tener rehabilitación, estoy segura que podrás hacerlo... Sólo es cosa de voluntad.

—Pues no la tengo. —sentí mis ojos llenarse de lágrimas otra vez. Creo que me estaba convirtiendo en un llorón. —por favor ya no sigas con esto y déjame solo.

—Hablé con tus padres. Están preocupados por ti, no seas egoísta en un momento así... Podrías haber muerto. ¿Pensaste en eso?

Guardé silencio y luego de unos segundos sentí como su cálida mano tomaba la mía con fuerza.

—De un músico frustrado a otro. No te rindas, Adrien. Aún hay posibilidades de regalarle al mundo tu arte, y todo sigue estando en tus manos.

—¿Haz visto a un gorrión volar con un ala rota? —murmuré volviendo mis ojos a los suyos. Sus azules estuvieron ausentes lo suficiente como para saber que no sabía que responderme, pero acabó haciéndolo.

—A uno que cuidaron lo suficiente como para que mejorara, si. Es cosa de tiempo para que todo vuelva a la normalidad, y lo peor que puedes hacer es aislarte.

Bajó su cabeza y comenzó a jugar con mis dedos de manera infantil, sonrió.

—Tenía ocho años cuando decidí retomar las clases de violín. Mis padres no podían creerlo, y es que no quería saber nada de la música por un desalentador suceso en mi niñez, pero todo cambió un día en el cual me atreví a entrar en aquella sala donde podía oírse un piano desde afuera. Un niño rubio de unos cinco años, quien sus pies a penas alcanzaban los pedales, —río entre dientes. —tocaba una pieza de Chopin a la perfección. Me quedé hipnotizada por su dedicación en cada tecla que presionaba y en ese preciso instante tuve una revelación. Encontré una forma de comunicarme con las personas, y si mi música podía llegar a los corazones de la gente, valdría totalmente la pena. Me devolviste la esperanza que había perdido y me diste la fortaleza para seguir haciendo algo que amaba.

Tenía la sospecha de que ella me conocía de algún lado, pero nunca pensé que me había visto tocar cuando niño. Quizás en algún momento cruzamos palabra y yo ni siquiera lo recuerdo.

Definitivamente no sabía cómo sentirme respecto a lo que me dijo. ¿Yo le di esperanza? En estos momentos me cuesta creerlo.

—Puede sonar un poco tonto, pero es la verdad y todos estos años, desde que desapareciste de los escenarios, he querido agradecerte. —sólo la miré en silencio. —¿cuál es la regla de los músicos? —me miró fijamente y suspiré lentamente para evitar el dolor en mi pecho. —nunca decir "no puedo".

Bridgette se puso de pie y palmeó dos veces mi mano antes de soltarla con cuidado.

—Piensa todo lo que hablamos y apegate a tus seres queridos lo más que puedas. —su voz sonó triste con eso último. —vendré a verte otra vez si mi horario me lo permite, pero sólo porque creo que no eres lo suficientemente estúpido para dejarte vencer por esto. Recuperate y nos vemos pronto.

La puerta avisó que ya se había marchado y la soledad cayó sobre mis hombros nuevamente, sólo que con nuevas ideas en mi cabeza. Miré la hora en el tortuoso reloj frente a mi, faltaba poco para que llegara Marinette a su terapia y de visita a mi.

No se si fue la visita de Bridgette, pero sentía que ahora podría hablar con Marinette sin hacerla sentir culpable y ansiaba verla enormemente.

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