método científico ; trixya a.u.

XXX

No importaba cuántas veces había entrado a esa consulta antes, siempre se decepcionaba al no encontrar el largo sillón a lo Freud que tanto le habían vendido en las películas de Hollywood. Tampoco habían repisas llenas de pequeños frascos de vidrio con contenidos burbujeantes, grandes gráficas del cuerpo humano, y menos estructuras anatómicas de cuerpos reales expuestas. Aburrido. Katya había ido a dos psicólogos en toda su vida, el primero en la clínica de rehabilitación y el segundo aquí en Estados Unidos, y aún no perdía la esperanza de que se avecinara un tercero que cumpla con todas sus expectativas. Como siempre, Anne  abrió la puerta y le permitió pasar primero, y sin importar su aspecto desaliñado (unos joggers negros, un polerón con capucha y su flequillo en cualquier lado menos su frente) le saludó como siempre. Era una mujer entrada a sus cuarenta muy bien arreglada, siempre usaba colores vibrantes y solía hablar en un tono muy calmado, lo que tranquilizaba sus nervios, pero no satisfacía su anhelo de verse con un científico o científica loca.

La rusa se sentó en el sofá turquesa, que en esa ocasión estaba tan cómodo que parecía recién sacado del catálogo de casas que recibía su mamá los domingos, entre medio del periódico semanal. La habitación no era muy grande, tan solo había una silla más, una repisa llena de libros con títulos demasiado complicados de entender y una pequeña mesita de centro, en la que destacaban los típicos pañuelos desechables y la libreta de notas en la que anotaba Anne cada vez que comenzaba a decir cosas demasiado depresivas o muy estúpidas. 

— La semana pasada me dijiste que el martes tenías una entrega de un informe... ¿De biología? —Katya asintió en silencio— ¿Cómo te fue con eso? 

— Bien —comenzó, pero rápidamente se corrigió, removiéndose en el asiento como si intentara encontrar una posición más cómoda— O sea, no tan bien. La profesora de biología nos había pedido hacer un proyecto a lo largo de todo el semestre, y debíamos entregar un avance de cómo estaba yendo todo, pero no resultó como pensabamos. 

— ¿Con quién? 

— Con Trixie. 

Era verdad; si estamos hablando de cómo estaba resultando el proyecto de biologías del par imperfecto, las cosas no estaban siendo tan fáciles como habían esperado en un primer momento. Las hortensias mantenían sus flores del mismo color del que las habían comprado, y no importa cuánto esfuerzo y dedicación le pusieran, el color rosa pálido negaba en cambiarse. Eso, sumado con los problemas que tenían de por sí en su relación (aquellas pequeñas discusiones  de convivencia), tan solo era la suma para que el caos se instaurara en ellas. Le explicó a Anne que tan solo era un avance de lo que llevaban hasta el momento, y que la falta de resultados significaba reprobar Biología y volver a ver a la profesora Bianca en los exámenes extraordinarios durante el verano.

— Todo no sería tan terrible si Pearl y Violet no estuviesen peleadas ahora. 

— ¿Qué les pasó? 

Katya suspiró, sin saber muy bien por dónde empezar, luego dibujando una sonrisa en sus labios. 

— Este es un buen chisme. 

— Katya, no quiero saber el chisme, quiero saber cómo te afecta la tensión que hay entre tus dos mejores amigas. 

— Pero te estarías perdiendo la mejor parte del chisme. 

— Okay, cuéntamelo con todo. 

Agradeció internamente que le permitiera aquel momento de distención, considerando que la sesión anterior se había tratado únicamente de su adicción y su relación con Veronika. Le había confesado que extrañaba la sensación de estar completamente inmersa en la liviandad y euforia que le ofrecían las sustancias estimulantes. 

Veronika siempre era un tema complicado que tocar, principalmente porque aún tenía muchos enredos sobre lo que sentía ahora mismo por su exnovia. Lo que estaba claro, y que repetía hasta el cansancio, es que no se enamoró de ella sabiendo que su padre era traficante; tampoco podría adivinarlo, porque solía llevar una vida bastante "normal" fuera de su hogar, y no tenía un apellido de renombre en el rubro. Fue en una fiesta, quizás unos días después de oficializar su relación, en donde probó el LSD por primera vez, y desde ese momento todo cayó por un gran caño. No fue hasta que se mezclaron los síntomas del Síndrome de Abstinencia con los celos que comenzaron los verdaderos problemas. Una parte de Katya quería hablar con ella y discutir por qué las cosas habían terminado así; dentro de este círculo en donde la azabache seguía vendiéndole sin importar qué tan mal estaba, y esos celos irracionales que les absorbió hasta la última gota de bienestar que gozaban al comienzo.

Después de su rehabilitación, más de una vez se le ocurrió hablarle; a veces para preguntarle quiénes son sus distribuidores en Estados Unidos, y otras veces para averiguar si ya estaba de novia con otra. 

— ¿Entonces todo este tiempo han sido novias y no sabe nadie? 

— No son novias. No sé qué son. Pero está claro que llevan meses en lo mismo —respondió Katya, con una sonrisa.

Anne miró el reloj. Ya se había acabado su tiempo. 

— Se nos acabó el tiempo de esta semana. Pero la próxima debes actualizarme sobre lo que pasa en la telenovela de tu vida. 

Se levantó del asiento sintiéndose liviana. Descansada. Después de tanto caos lo necesitaba.