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Trixie ya llevaba un buen rato mirándose al espejo, aún sin estar segura sobre cómo el bikini rosa neón se ajustaba en su cuerpo. Sabía que se estaba tardando, pero no había forma de apurar la inseguridad que le invadía "¿A quién se le ocurrió hacer una pool party para dar el termino a las vacaciones? Ya ni siquiera hace tanto calor" pensó, enojada con el mundo. Tan pronto como su celular vibró y la pantalla mostró la notificación que esperaba, supo que ya no había vuelta atrás. Era señal que sus amigas ya estaban fuera de su casa para recogerla e irse todas juntas al lugar. Rápidamente se puso un vestido amarillo bastante corto, tomó la primera toalla de playa que se le cruzó y salió de la silenciosa casa.

-¿Te podías demorar un poco más, barbie doll? -Gruñó Bob en el volante. Habían inventado ese apodo porque Roberta odiaba su nombre. No le culpaban. El maquillaje negro y amarillo en sus ojos destacaba en su piel oscura.

-Déjala. Se tiene que arreglar para que su ex vea todo lo que se está perdiendo -Dijo Courtney en el asiento trasero, mientras la recién llegada se acomodaba en el copiloto que aparentemente le habían guardado. Ella, por su parte, tenía un vestido color rosa chicle y su cabello rubio estaba trenzado.

Hace un par de semanas su ex-novio le había cortado porque aparentemente no tenía tiempo para ella y se "merecía a un hombre de verdad, alguien que le prestara completa y absoluta atención como se merecía", incluso diciendo el estúpido no eres tú, soy yo. Sabía que inventó ese discurso, ya lo había visto (más de una vez) con una chica alta y bastante guapa, Violet. Al contrario de lo que todos creían, a Trixie no le había afectado la ruptura, pues sinceramente no le gustaba besarlo, no tenían temas en común y el sexo era bastante incómodo (por no decir deprimente). Por el contrario, lo que sí le había dolido fue descubrir por quién la habían cambiado, a quién había preferido: cabello oscuro, muy alta, cintura diminuta y panza prácticamente plana. Así era imposible ganar confianza en sí misma.

No tenía ganas de responder que "realmente nunca me gustó", por lo que simplemente se rio como si realmente le hiciera gracia y esperó a que cambiaran de tema, lo que para su suerte sucedió rápido. De ahí no había quién le callara. No se dieron cuenta para cuando llegaron al lugar que, gracias a la música a máximo volumen y los varios autos estacionados alrededor, era evidentemente el destino de esa noche.

Apenas cruzaron la entrada principal, las tres chicas se perdieron de vista y comenzaron a hacer cosas diferentes en cada extremo de la casa: Bob inmediatamente fue a la cocina para buscar la bebida alcohólica con más graduación, Courtney se encontró con su novio y desaparecieron tan pronto como subieron las escaleras y Trixie se topó con Shangela (no era exactamente su mejor amiga, pero sí disfrutaba pasar tiempo con ella) e inmediatamente se dirigieron a la piscina.

El patio trasero de esa enorme casa era realmente hermoso. Estaba lleno de muchas plantas, desde arboles gigantes hasta un decorado de delicadas flores en el suelo. La gran piscina, que en ese momento estaba rodeada por luces de navidad, hacía la instancia mucho más cercana. No habían muchas personas en ella, y desde ahí la música se escuchaba apagada, pero eso no era impedimento para que existieran carcajadas y juegos. Ahí, ambas chicas se acomodaron en las reposeras que previamente el dueño de la casa había dispuesto cerca, y comenzaron a ponerse al día sobre lo que había sucedido durante los dos meses que no se vieron. De pronto, la morena ya no estaba usando su vestido celeste pastel y dejó a la vista un traje de baño negro entero que abrazaba sus curvas, lo que claramente era señal de que Shangela pronto arrastraría a Trixie con ella al agua.

-Esto es aburrido. Vamos, te traeré algo para beber y nos meteremos en la piscina ¿Vale? -Soltó, antes de desaparecer entre las personas. La rubia, como no pudo responderle, supo que ya era imposible rechazar la propuesta.

Sacó su celular, intentando ignorar por completo a Violet y a su exnovio, obligándose a ver la pantalla en vez de notar lo hermosa que se veía la azabache con su bikini animal print. No quería mirarle (o que notaran que ella estaba mirando), pero ahí estaba, haciendo todo lo contrario y comparándose con la chica más hermosa del colegio. Estaba ensimismada cuando un balón inflable había caído justo a un lado suyo, por lo que la recogió y buscó a quién debía devolverla.

- ¡Hola! ¿Me la das? -Dijo una voz que no pudo reconocer, pero en la que identificó un acento muy marcado.

Y por supuesto que no la reconocía, pues no le había escuchado hace años. Katya Zamolodchikova había compartido con ella clases de biología, matemática y física desde que tenían catorce hasta los dieciséis, cuando tuvo que volver a Rusia por lo que se decía que era una emergencia familiar. Sus amigas, Violet y Pearl, siempre hablaban de ella, por lo que los rumores sobre la rusa nunca se extinguían "Mira cómo bailó borracha sobre una mesa", "Engañó a su novio", "Se drogó tanto que...", "¿Te enteraste? Engañó a su novio con una chica", "Es lesbiana ahora"...

"¿Es lesbiana ahora?"

Ese rumor lo había escuchado en clases de química, mientras trabajaba con su compañero en un informe sobre la composición de los sólidos cristalinos. Primero, estaba bastante segura que las personas no se hacían gay de un momento a otro en sus vidas, y que si lo era ahora lo había sido siempre. En segundo lugar, no pudo evitar imaginarse a la rubia hablando con otra chica, riéndose, besándose, acurrucándose en los brazos de la otra. Esa idea se le hizo extraña, alejada, sobre todo porque no conocía muchos no-heterosexuales para ese entonces.

-¿Qué? -había preguntado.

-Katya Zamo-lo-no-sé-qué. La rusa. -Repitió el chico.

Recordaba muy bien a Katya con sus facciones marcadas, cuerpo atlético (hacía gimnasia artística en clubes bastante reconocidos) y se conocía bastante en el colegio por ser la única del trío de perras (Violet, Pearl y Katya) que era más amable. Cabello casi siempre con trenzas o detalles, ropa bastante femenina y casi no usaba maquillaje. Ahora, con su cabello natural suelto, sombra oscura en sus ojos, labios rojos y el traje de baño del mismo color que dejaba ver sus tatuajes, sinceramente parecía otra persona.

Por eso, tan pronto como Trixie reconoció las facciones de Katya, quedó muda, recordando vívidamente aquel momento en donde se la imaginó besando y abrazando a otra chica. Como si su cuerpo atinara antes que sus pensamientos, extendió el balón hacia la ella.

-Aquí tienes. -Balbuceó como pudo.

-Soy Katya -Se presentó, como si la otra le hubiera olvidado. Ojalá lo hubiera hecho- Te recuerdo, pero no soy capaz de acordarme de tu nombre -Añadió después, con una pequeña sonrisa- ¿Me lo podrías decir?

-Trixie Mattel.

método científico ; trixya a.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora