XIII

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Viendo a Trixie y analizando la situación en su cabeza, Katya realmente estaba feliz de encontrarse con una persona con la cual una situación incómoda podía pasar rápidamente a una carcajada. Después de un par de frases nerviosas ya habían vuelto a hablar como en la clase en la que estaban antes, obviamente sin soltarse las manos e incluso atreviéndose a acariciar el dorso de la otra. Justo cuando creyó que no ocurrirían más cosas entre ambas además de ese inocente toque, descubrió a la americana distraída observando sus labios: parecía algo inconsciente. Por supuesto aquello causó que, mientras hablaba, se hiciera extremadamente consciente de los movimientos que hacía con ellos y comenzaran a temblar. 

— ... y luego el dueño de la tienda de té me comenzó a tratar mejor porque lo encontré en una situación comprometedora con el cajero que tenía el turno justo antes que yo- —se interrumpió, sonriendo ante Trixie aún no percatándose de lo que le rodeaba.—¿Me estás escuchando?

— Sí, sí... —murmuró en respuesta, ahora subiendo avergonzadamente su mirada hasta los ojos claros de Katya.

— ¿Qué decía, entonces?

Por supuesto que ya no importaba la anécdota de su primer trabajo, si no intentar disfrutar todas esas sensaciones nuevas que Trixie estaba provocando dentro de ella. Sabía que lo que tendrían ambas probablemente duraría muy poco, no había sido el experimento de pocas chicas y ya sabía cómo también participar del juego que las heterocuriosas adoraban jugar. Lo más importante era no presionarle, y sobre todo cuidar que aquella amistad (en la cual, cualquier cosa que suceda probablemente sería recordado como un chiste) que de verdad sí quería conservar. Nadie le soportaba diciendo sus estupideces tanto tiempo como lo había hecho Trixie en el poco tiempo que llevaban hablando. 

— ...algo sobre tu primer trabajo en un lugar en donde vendían algo.

La voz de Trixie sonó impresionantemente tranquila de su boca considerando que tenía el rostro rojo de vergüenza. La rusa respondió con una sonrisa divertida, y con una delicadeza que no creía propia (nunca se definiría a sí misma delicada) llevó las manos de la otra a sus hombros, así disfrutando de la nueva cercanía. 

— ¿y no me escuchas porque te aburro, o porque estás pensando en otra cosa? —preguntó, sin saber si la estaba molestando o si intentaba provocarla. Obviamente las sonrisas no abandonaban sus rostros. 

— Porque me distraes.

— ¿Con qué?

A su vez, Katya rodeó en las anchas caderas de Trixie, disfrutando el tacto del cuerpo tan diferente al propio. Se moría por hacer su agarre más firme y pegarla un poco más contra sí, pero ya lo había declarado en su cabeza que debía ser mucho más cuidadosa para no perderla como amiga. La atracción que al principio era exclusivamente física (¡y uff, qué atracción! desde el primer momento parecían estar unidas con magnetismo, incapaces de separar las miradas) de pronto se escapaba de lo que exclusivamente se podía mirar.

— Porque tenerte así de cerca me gusta.

Ambas querían apreciar a lo máximo este momento porque estaban seguras de que sería el último. Ahora aprovechando que Trixie había aventurado en unir ambas frentes, cerró sus ojos para disfrutar el toque de su piel que rozaba con la propia. 

— ¿Ya gané el premi-

Sin poder aguantar sus impulsos, Katya presionó sus labios sobre los de Trixie. Por alguna razón, la americana creyó que besar a la chica edgy sería una experiencia dominante y extraña, y que con ello conseguiría la razón que necesitaba para justificarse de no volver a intentarlo con otra chica... tan solo encontrando más razones. Descubrió el beso muchísimo más tierno de lo que jamás se había imaginado ¿Por qué los chicos con los que había estado antes nunca habían sido así con ella? Ni siquiera fue capaz de pensar en el labial rojo desparramado en su boca que luego se demoraría tanto en sacar  frente al espejo del baño de chicas. 

Y Katya sabía qué significaba esa electricidad recorriendo su espina dorsal, nuevamente probando algo nuevo y emocionante, sintiendo la euforia repartiéndose desde su pecho hasta todo el resto de su cuerpoPero ya sabía qué significaba tener que dejar aquello que te hace adicto en el punto de máxima dependencia, por lo que separó sus labios y abrió tímidamente sus ojos. Rogó para que Trix no sintiera sus manos temblar en su cadera, que ya tenían un agarre más firme al respecto de como habían iniciado. Se despedía de su aroma dulzón, sus labios carnosos y su sonrisa curiosa a centímetros de su boca (que luego seguro recordaría cuando tenga que interactuar con ella como si nada hubiera pasado) cuando fue sorprendida con un segundo beso. 

Si el primero era lento, tímido y suave, este era rápido, de tacto, de necesidad. Maldijo sus hormonas revolucionarias cuando Trixie pasó sus manos por su nuca, y desde ahí subió a su cabello en donde lo tiró con suavidad. Cuando Katya sintió la lengua de la otra deslizandose por su boca nuevamente tomó el control del beso a la vez que recorría la curvosa figura de Trix con sus manos, desde lo más alto de su cintura a lo más ancho de sus caderas, sin creer la belleza capturadas en ellas. 

Con un chasquido, el beso acabó.

— No besas mal —Bromeó Trixie.

— Dicen que las chicas lo hacemos mejor.

método científico ; trixya a.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora