método científico ; trixya a.u.

XXVI

Después de mucho insistir, Katya cedió a que Trixie pusiera a Dolly Parton durante el trayecto a su departamento. Intentaron mantener otras pequeñas conversaciones, pero todas terminaban en silencio después de un par de frases. Era imposible actuar normalmente después de la propuesta que había hecho la rusa, y a pesar de tener ambas la intención de querer aclarar todo, esperaban que la otra lo mencionara primero.

Cuando terminó el viaje y de pronto se encontraban en la puerta del departamento de la rusa, Trixie se sorprendió al escuchar el pleno silencio con el que les recibía el lugar: sus padres estaban en un viaje de negocios, pero no podía adivinar qué es lo que había sucedido con sus hermanos. Dejaron sus cosas sobre el mesón de la cocina americana, y Katya tomó la mano guiándola hacia su habitación.

—Necesito sacarme el maquillaje –dijo Trixie, parando a la mitad del trayecto.— Y tú también deberías hacerlo. 

La respuesta de Katya fue algo en medio entre un gruñido y un puchero, y sin importar todo lo que le insistió al respecto de lo importante que era para su piel quitarse todo ese maquillaje antes de dormir, después de acostarse en su cama fue imposible sacarla de ahí. La técnica que utilizó fue la siguiente: del baño logró encontrar agua micelar, sacó un poco de algodón a la mano y se dirigió a la habitación. Tan pronto como la otra abre un ojo ante su llegada (ya que estaba prácticamente apunto de dormir), se pone sobre ella y así comienza a desmaquillarla. Al principio hubo resistencia y no podían evitar reírse, pero ante la suavidad de los movimientos de Trixie sobre sus párpados y su boca, poco a poco comenzó a relajarse. Era como si estuvieran en el momento previo un beso permanentemente, tan cerca que podían sentir la suavidad de sus respiraciones, pero tan tranquilas ante aquella distancia que aún no querían quebrarla. 

Y ahí se sintió segura, querida, tranquila. Si hacía memoria, tenía muy pocos recuerdos de esas tres sensaciones interactuando juntas, y nunca con aquella intensidad. Los conceptos se entrelazaban, se abrazaban y se confundían entre sí, se mezclaban a tal punto que probablemente necesitaba otra palabra completamente nueva para describirlo. Todo iba acorde; desde el departamento, hasta la luz tenue y cálida que entregaba la lámpara en la mesita de noche. Incluso, con todos los pensamientos que corrían por su cabeza, Trixie intentó guardar ese específico momento para evocarlo siempre que lo necesite. 

— ¿Ya estoy lista? Quiero dormir —murmuró Katya, en esa voz que le caracterizaba cuando tenía sueño; ronca, pero seguía tomando un tono infantil.  

—Ya casi. 

Le dio una última mirada, y confiando en la iluminación que les entregaba la instancia, apartó los algodones y el agua micelar que había usado. La miró; con los ojos cerrados y muy relajada. Con ello supo que era hora de dormir. Considerando que estaba sobre ella, de cuclillas, se dispuso a acostarse a un lado de Katya. 

O bueno, casi. 

La rusa le impidió moverse de aquella posición afirmándole los muslos, convenientemente de la parte más superior de ellos, muy cerca de su cadera. Fue como si Trixie comenzara a percatarse de la posición en la que estaban, la cual no había tomado ese giro hasta ese momento. Tragó en seco. 

— ¿Y mi beso de buenas noches? —preguntó, sin abrir los ojos. 

Su cabeza se fue a blanco, de pronto estaba demasiado presente en ese momento. Su corazón latía tan fuerte que podía jurar que Katya podría escucharlo desde donde estaba, sentía que los segundos avanzaban y aún no era capaz de darle aquel beso por estar estática. Incluso podía decir que le faltaba un poco la respiración, y estaba usando toda su concentración en controlarla. No le podían pasar estas cosas ahora. No le tendrían que estar sucediendo en una primera instancia. Mientras sentía que sus pensamientos iban mucho más rápido de lo que podía procesar, Katya gruñó, pidiendo nuevamente ese beso.