Epifanía

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* * *

Alice se encontraba mareada, como si una fuerte presión le impidiera respirar e incorporarse. Poco a poco sus párpados comenzaron a responder e inmediatamente se bañaron entre dolorosas lágrimas, la luz atropellaba su retina.

Cuando su pupila finalmente se adaptó a la abundante luz de la blanca y gélida habitación, lo primero que captó su atención era la mujer que tenía en frente. Adalís apuntaba algo en sus papeles, al tiempo que volvió la vista a la joven, y con una sonrisa que emanaba dulzura se acercó.

-¿Cómo estás, dulzura? -preguntó al tiempo que se acercaba a la joven a tomar su presión arterial.

Alice no respondió, solo la miraba sin pestañear, ¿Cómo era que una chica tan introvertida de repente clavaba su vista en alguien? Alice no tenía idea, simplemente sentía que esa mujer reclamaba su atención cual imán al metal.
Adalís dibujó una delicada sonrisa por la ausencia de respuesta a su pregunta; entendió que era una chica que no derramaba palabras innecesarias, y eso la fascinó, se preguntaba cómo sería una charla plácida con aquella dulce joven que no caía en lo banal.

-Nos veremos antes de entregar turno -inquirio guiñándole un ojo.

Aquel gesto le pareció a Alice digno de ser dibujado, sintió que esa mujer era realmente agradable y deseaba conocerla más, deseaba realmente hablar con ella, aunque fuera de cosas banales, solo por el mero hecho de oír su voz. Se propuso, con toda la decisión que albergaba su espíritu temeroso, hablarle la próxima vez que atravesará el umbral que la separaba de sus pupilas.

* * *

Alice estaba en un estado de aparente ataraxia, pero sus pensamientos eran un caos... Su hermana nunca le había mentido, y esta vez le decía -y de manera muy insistente- que no tenía aves.

Comenzó una larga batalla contra sí misma, a cada momento se cuestionaba si lo que creía que era real en verdad no lo era. Si nunca había tenido aves, si nunca había tenido un trabajo, si solo era una estudiante común. ¿Qué era realmente lo que había sucedido con Adalís?

Cerró los ojos y una delicada imagen casi imperceptible se adueñó de sus pensamientos, Adalís con un traje color vino... Adalís con un traje blanco... ¿Cual era la imagen real? Solo una cosa tenía clara...

¡Adalís había sido su epifanía desde el primer día!

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