Capítulo 21

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Denise se apoyó en el marco de la puerta de la sala de descanso, en donde Natalia revolvía la nevera en busca de algo para comer en el despacho.—Tengo a Alba Reche por la línea uno. Le he dicho que podía coger el recado, pero me ha dicho que ya se esperaba.

Natalia se puso rígida. Aún no estaba preparada para hablar con ella. En cuanto abriera la boca, Alba sabría que estaba reconcomiéndose por dentro porque salía con otra.—¿Quieres que le diga que estás reunida?—No, hablaré con ella. —Volvió a su despacho, cerró la puerta y miró el indicador parpadeante del teléfono con desconfianza. —Hola—dijo con formalidad. —Hola. Te he echado de menos este fin de semana.—Me fui fuera de la ciudad un par de días... con Sara. Teníamos trabajo que hacer.

Aunque no era del todo mentira, Natalia sintió una punzada de culpabilidad por insinuar que el fin de semana había ido de trabajo.—Estaba pensando que a lo mejor podía tentarte para dejar el trabajo esta noche. En el hotel he conseguido dos entradas para el partido de los Magic contra los Lakers. ¿Te interesa?—No puedo. Tengo que ir a San Francisco.—¿Te vas esta noche?—A primera hora de la mañana. Pero aún no he hecho el equipaje y me quedan un montón de cosas pendientes.—Vale, pero te debo una invitación. ¿Cuándo vuelves?—El viernes por la noche... tarde.—Me parece que la semana que viene juegan fuera. ¿Te apetece hacer otra cosa?—Ahora mismo no sabría decirte. Las cosas están un poco liadas con lo de la nueva adquisición.—¿Qué nueva adquisición?—Hemos comprado aquella agencia de viajes de Nueva York que llevábamos tiempo mirando. Hoy ha salido en el periódico... junto con el comunicado de prensa sobre el nombramiento de la nueva vicepresidenta de ventas y marketing.—Bueno, supongo que tengo que felicitarte, pues. ¿Me llamarás cuando vuelvas?—Claro.






Alba bajó del ascensor y fue directa al mostrador de la planta Concierge.—Hola, Miguel. Gracias por conseguirme las entradas para el baloncesto, pero al final no creo que pueda ir. —Qué pena. Los Magic están en racha. —Sí, quizá más adelante pueda.—Sólo tienes que decírmelo. Te conseguiré los mejores asientos del pabellón. —Gracias, sé que lo harás.

Más que perderse el partido, lo que le daba rabia era perder la oportunidad de hacer algo con Natalia. No era normal que estuvieran tanto tiempo sin quedar, sobre todo con un fin de semana de por medio. Alba esperaba que a Natalia le fuera bien en San Francisco. Por teléfono le había parecido un poco tensa, como si estuviera preocupada por algo. Seguramente, tener que trabajar el fin de semana la tenía muy estresada. Alba empezó a planear el fin de semana siguiente. A lo mejor podían hacer algo para que Natalia se relajara y desconectara del trabajo. Alba rió para sí. Se le ocurrían un par de cosas. Ahora que por fin tenía las ideas claras, estaba impaciente por...—Oye, jefa, ¿hoy también doblas turno?

Alba le sonrió a Lorena, que estaba tras el mostrador de la recepción principal. Un día de ésos tendría que encontrar la manera de pasar a su recepcionista favorita al turno de día.—No, pero le prometí a Belinda que la cubriría hasta las seis. Esta tarde tenía una reunión de padres en el colegio. Hablando de Belinda, ¿va mejor la cosa?—Ahora que lo dices, sí. Después de tomarse aquella semana libre, volvió completamente cambiada.—A veces lo único que uno necesita es tomarse unos días libres —dijo Alba.

Lorena no lo sabía, pero aquel tiempo libre que se había tomado Belinda había sido en forma de seminario de gestión de personal en Nueva York. Alba y Raquel habían decidido que un curso de reciclaje era la última esperanza de Belinda. Si no funcionaba, tendría que ser degradada y transferida.—Pues le fue muy bien. A lo mejor yo también debería tomarme una semana libre para mejorar mi actitud.

Solo por esta vez- AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora