Capítulo 6

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—¿Qué es esta cosa? —Carlos no podía disimular el asco.—Se llama edamame, y la idea es que no te lo comas entero, sino que te lo pongas entre los dientes y saques las semillas de soja. 

Alba había insistido en cenar algo diferente aquella noche, pese a las súplicas de Carlos por volver al restaurante indio. 

- Puedes ir a verla mañana por la noche. A lo mejor te habrá echado de menos. 

—¿Te he contado que el viernes pasado salimos? 

—Sólo unas doce veces, pero, si te hace sentir mejor, Puedes contármelo otra vez.

 —¿Y si en lugar de eso me hablas de tu novia? —Señaló el monitor, en donde aparecía Natalia saliendo de un taxi y cogiendo sus cosas una vez más. Alba había estado pendiente del reloj, ya que esperaba la llegada de Natalia entre las nueve y las nueve y media.—No es mi novia.

 Sin embargo, desde hacía dos semanas, Alba estaba segura de que era la comidilla del hotel por haber salido a cenar con una huésped y después llevarla de vuelta al hotel.—Tendrías que bajar al mostrador y registrarla —le recomendó Carlos.—No, mejor que no. Todo el mundo sabe que la última vez que estuvo aquí salimos juntas, y no me apetece aguantar sus miraditas. Además, Paula y Luis lo tienen todo bajo control.

 La imagen del monitor había cambiado y en ese momento mostraba la recepción principal. Alba podía ver a Natalia haciendo cola. Habían estado enviándose varios correos electrónicos durante las últimas dos semanas y habían quedado en ir al cine y a comer una pizza el martes por la noche.—Nadie va a pensar nada —razonó Carlos. —A estas alturas, todo el mundo sabe que es una cliente habitual, así que simplemente creerán que sois amigas.

 —Y eso es exactamente lo que somos, Carlos. Simplemente prefiero que la gente no saque más de donde no hay.

 —A nadie va a importarle que seas lesbiana, Alba. Todo el mundo sabe que Luis es gay y nadie lo mira de manera diferente. Además, sabes que no pueden despedirte, porque el WR tiene una cláusula de no discriminación. 

—Todo eso está muy bien, pero ¿sabes la verdad? Si salgo del armario con toda esa gente, la próxima vez que tenga que echar una bronca a alguien será porque soy una tortillera de mierda. Minaría mi autoridad. Prefiero que no se enteren, no es asunto suyo. Además, tampoco es que tenga una super-vida privada para mantener en secreto.

 Los dos observaron a Paula mientras completaba el registro de Natalia. Esta se dirigió a los ascensores. Carlos hizo que la cámara la siguiera y Alba y él observaron en silencio cómo dejaba pasar a los huéspedes que bajaban del ascensor y después desaparecía tras las puertas.—Por lo menos deberías llamarla —la animó. A Carlos no le cabía en la cabeza que alguien que tenía tanto que ofrecer como Alba reprimiera tanto sus sentimientos. En los tres años que llevaban compartiendo el turno de noche, había llegado a conocerla muy bien. En todo aquel tiempo, sólo había mencionado una novia de pasada. Carlos sabía que parte del problema era aquel terrible horario que tenían. Por suerte para él, Julia también trabajaba de noche y sólo a media jornada.—A lo mejor luego. 

Carlos era lo suficientemente listo para saber que Alba no la llamaría mientras él estuviera allí. Tendría que buscar una excusa para hacer mutis por el foro en una media hora más o menos. 


Natalia abrió el maletín y desperdigó su contenido en una esquina de la mesa de juntas. Eran las nueve menos cuarto. Normalmente, empezaban temprano, a las ocho y media, pero no había ni rastro de los demás. La invadió una oleada de pánico ante la idea de que se hubiera confundido de semana o que se hubiera cancelado su viaje y ella no se hubiera enterado.—Buenos días. Perdón por el retraso. —Sara apareció en la sala, tan exuberante como siempre, y Natalia suspiró con alivio. —Hoy trabajaremos en mi despacho, si te parece. 

Solo por esta vez- AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora