Capítulo 19

1.9K 127 4
                                    

Natalia detuvo el coche en la entrada del Weller Regent y bajó la ventanilla.—¿Viene a registrarse en el hotel, señora? —le preguntó el aparcacoches. Antes de que tuviera tiempo de responder, llegó su acompañante.—No te preocupes, Joey. Viene a recogerme —dijo Alba mientras subía. 

—Gracias, Natalia. —Descuida. ¿Adónde vamos?

Alba la había llamado hacía un rato para pedirle que la acercara al taller a recoger su coche. A Natalia ni se le pasó por la imaginación rechazarla, e hizo que Denis le aplazara dos reuniones para poder salir antes.—Al concesionario Mazda de Semoran. Me han llamado hace cerca de una hora para decirme que ya estaba listo. —Se puso el cinturón de seguridad. —¿Cómo te las has arreglado para salir tan pronto?—He trabajado todo el fin de semana, así que me he tomado la tarde libre.—Bien hecho. Estoy empezando a darme cuenta de que hacer tantas horas extras no compensa, al menos en dinero o en tiempo libre.—Nadie puede trabajar de esa manera durante mucho tiempo, ¿sabes? Te quemas. Mi jefa me echa de la oficina si me quedo hasta muy tarde.—Creo que voy a empezar a hacer como la mía y salir a las cinco en punto. ¿Qué tal te va todo en Eldon-Markoff?—Me encanta. Cada día es un nuevo desafío, pero nunca nada que me supere. Está bien equilibrado. Y la gente con la que trabajo es genial.—Diría lo mismo sobre mi trabajo, excepto lo de que no me supere.

 —Indicó el siguiente cruce con la cabeza. —Gira a la izquierda por ahí, conozco un atajo.

Natalia puso el intermitente y se colocó en el carril de la izquierda.—No acabo de imaginarte perdiendo los papeles en el Weller Regent. Siempre parece que lo tienes todo bajo control.—Sí, pero la gerencia es diferente. No es como solucionar emergencias o aglomeraciones. Trabajando en las oficinas es donde se aprende de verdad a dirigir un hotel.—¿Sigue siendo lo que quieres? ¿Llevar tu propio hotel?—Algún día, puede.—¿Ya no estás segura?

Alba se encogió de hombros.—Es un trabajo muy exigente. Y cuando eres la jefa nadie te puede echar de la oficina cuando te quedas hasta tarde.—¿Y quién dice que se necesite a alguien del trabajo para que te eche?

Esa vez, Alba tardó un poco en responder. Cuando por fin lo hizo, sonaba un poco frustrada, como si le hubiera dado muchas vueltas al asunto y no hubiera encontrado todavía la solución.—¿Cómo se puede tener un trabajo que valga la pena y a alguien esperándote en casa? No puedes partirte por la mitad, es imposible tener las dos cosas. —Eso no tiene por qué ser así. Lo que hay que hacer es encontrar un equilibrio.

Alba señaló el concesionario a pocos metros.—Ahí está mi coche. Gracias por traerme.—¿Te apetece que vayamos a cenar? —Natalia soltó la proposición de golpe, intentando que sonara casual. Pese a que como amigas cada vez se llevaban mejor, todavía se ponía nerviosa ante la posibilidad de que la rechazara.—Bueno, ¿qué tienes en mente?—¿Qué tal Buck's? 

—Vale, pero así no. —Alba se señaló el uniforme. —Antes quiero cambiarme. ¿Me recoges en casa dentro de una hora?

Natalia sonrió para sí mientras maniobraba el coche para salir del aparcamiento. Poco a poco estaba volviendo a formar parte de la vida de Alba. En el camino a casa desde Cabo Kennedy había quedado claro que el límite estaba en lo que parecía una sólida amistad, pero Natalia sabía que no tendría suficiente con tener a Alba sólo como amiga. Con cada minuto que pasaba, su corazón de adentraba más y más en terreno prohibido. Era irónico que Natalia hubiera sugerido el Buck's pensó Alba. Para ella, aquel lugar era como la escena del primer crimen de Natalia, ya que fue allí donde salieron a cenar la primera vez y cuando Natalia deber haberle hablado de Sandra.

—Me ha sorprendido que te acordaras de cómo llegar aquí.—Vengo de vez en cuando a por comida para llevar.

A Alba no sólo le gustaba comida, sino también el ambiente informal. —Por aquí, señoritas. Siguieron a la camarera a través del ruidoso comedor hasta una mesa del rincón. Alba pensó en Natalia viniendo al restaurante sola a por comida para llevar.—Tú madre dijo que no tenías muchos amigos aquí. ¿Cómo es eso?

Solo por esta vez- AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora