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-Pero tienes que recordar algo.—Le dije

Emilio se inclinó sobre mi hombro.
—Recuerdo el fuego y la sangre. Supongo que era el Cataclismo. Entonces mis maestros me explicaron los términos de mi existencia. Y entonces yo estaba aqui en mi precioso castillo, y creo que ya sabes el resto.

Estábamos de vuelta en la biblioteca. Cualquiera que sea el estado de ánimo que se habia apoderado de ayer se habia ido; la luz del dia brillaba a través de las ventanas, a través de los pisos secos y nada creció a través de los estantes solamente una capa tenue de polvo. El aire caliente olia de nuevo a papel viejo.

Esta habitación era larga y estrecha: una mesa redonda asentada en un extremo, con apenas espacio suficiente a su alrededor para caminar. Me senté a la mesa con libros apilados todos cerca de mi mientras Emilio alternativamente se paseaba y paraba. Habia sido mi idea comenzar aqui: pensé que podría haber algo que aprender de lo que estaba censurado en los libros. Hasta ahora, todo lo que pudimos descubrir fue que no debiamos saber mucho sobre el antiguo linaje de reyes.

Y yo habia descubierto que no importaba cuántas veces me enojé con Emilio, no hizo nada para detener el zumbido de la conciencia de lo cerca que estaba, que podia tocarle aunque sólo alcancé...

-¿Quiénes son tus maestros?—Le pregunté, al mismo tiempo que remonte a enganchar una llave de uno de sus cinturones, porque burlarlo era una idea mucho mejor que besarlo.

Justo a tiempo, mientras él se alejaba a caminar de nuevo.—Si los conocias en absoluto, serian como Los Benévolos.

-¿Los Benévolos?—Hice eco, deslizando la llave en la manga de mi camiseta.

—Por supuesto que no las conoces.

-Por supuesto que si, porque he pasado toda mi vida estudiando todo lo relacionado con las artes herméticas, demonios, y tú.—Realmente no era justo enojarse con él ya que no hacia nada para detener mi deseo por él.
-Pero sólo hay unas pocas referencias confusas a ellos en algunos cuentos muy antiguos. Todo el mundo piensa que son un mito... tal vez otro nombre para la defensa de los dioses..

-Han pasado 900 años desde que fueron vistos en esta tierra.—ÉI se volvió hacia mi

—Desde que fuimos sellados lejos.

-Desde que ellos adquirieron un corredor.—Dejó caer las manos en la mesa a cada lado de mi y me habló al oido.-¿De dónde crees que obtengo el poder para mis negocios?

Miré hacia arriba para contestarle, pero el movimiento acurruco mi cabeza contra su pecho. La calidez del contacto me aturdido por un momento, y en ese espacio el deslizó sus dedos en la manga y tiró de la llave.

-Mejor suerte la próxima vez.—EI me besó en la mejilla.

La condescendencía se sentia como agujas debajo de mi piel. No estaba fingiendo para nada cuando di un puñetazo de lado en su pecho; he utilizado el movimiento para tirar otra llave de su cinturón.

-Háblame de los Benévolos.—Le dije inmediatamente, y la distracción parecia funcionar, porque él partió a pasear de nuevo mientras yo soltaba esta llave en la parte trasera de mi pantalón.-¿Quiénes son? ¿Dioses o demonios?

—Ninguno de los dos, me imagino. Son la unidad de Aire y Sangre. Los Señores de Trucos y Justicia.

—Ellos vengan a los agraviados, cuando les conviene. Cierran tratos con los desesperados, cuando les conviene. A ellos les encanta burlarse. Dejar respuestas en los bordes, donde cualquiera podia verlos pero nadie lo hace. Para decir la verdad cuando es demasiado tarde para salvar a nadie.
Y siempre son justos

Belleza Cruel                                    (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora