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Cuando me desperté nuevamente, era de dia. Emilio no estaba acurrucado contra mi pero se encontraba sentado al lado de la cama, sus brazos cruzados. Cuando me movi, él levantó una ceja.

-¿Sintiéndote mejor?-preguntó.

Me senté. Mi visión nado un momento y tomé una lenta y profunda respiración. Emilio alcanzó mi hombro, pero le di un manotazo en la mano.

-Estoy bien -dije. La cabeza iba a dejar de dolerme eventualmente.-¿Qué pasó?

La boca de Emilio se retorció.
-Esa cosa... -Se detuvo.-Aristóteles trato de matarte. Te encontré gritando. Está encerrado ahora.

Parpadeé en las ondas azules de la colcha sobre mis piernas.-No.-dije, porque esa historia no estaba bien. Algo más habia pasado.

-EI te llevó al Corazón de Fuego.-Su voz era como de piedra, destrozando mis pensamientos.-Ese lugar no es para los seres humanos, y derramó su poder dentro de tu cabeza.

Viste a los Hijos de Tifon y sobreviviste. La voz de Aristóteles hizo eco en mi cabeza. Tú eres nuestra inica esperanza.

-No -dije nuevamente, porque recordé más que fuego y muerte; me acordé de un chico de cabellos chinos, un cierre de golpe, y un pájaro...

-EI se regodeo de que lo había hecho antes. -Emilio sonaba enfermo.

-Estoy bien-solté, porque el demonio a quien tendría que derrotar no se le permitia estar molesto por mi.

Al principe perdido hace tanto tiempo no se le permitia intentar matarme, tampoco. Pero yo sabia que Aristóteles trato de hacer algo más; sabia que habia tenido éxito, pero las visiones ardientes dejaron mi mente tan turbia que no podia recordar.

-Me desperté temprano, ¿Qué dije?

-Balbuceaste -Emilio se inclinó hacia adelante.-Y entonces te acostaste, o te habría atado. Todavía no tienes permitido salir de la cama por cierto.

Claramente nunca me diria lo que habia dicho; más como si él no lo recordara; y tal vez yo no habia dicho nada comprensible. Pero la primera vez que me desperté, lo había sabido. Recordé eso, pero no podia recordar que habia sabido.

Vi el Cataclismo. Yo sabia mucho: habia visto el momento en que Arcadia fue arrancada lejos del mundo y atrapada bajo el domo de pergamino. Pero no podia recordar cómo se veia. Lo que sucedió.

No puedes salvar a nadie a menos de que sepas la verdad.

Emilio limpió mi mejilla con su pulgar. Me di cuenta que habia estado llorando.

-No dejaré que te haga daño-dijo tranquilamente.

-Te odio-dije a través de mis dientes.

EI se rió y se fue a buscarme el desayuno. Esperé hasta que el eco de sus pisadas cesara antes de que rompiera en sollozos, en parte por la horrible verdad que no podía recordar, pero sobre todo por el hombre en el que había confiado.

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Por los siguientes tres dias, me recuperé. Aunque Emilio dejo de decirme que me quedara en la cama después de que le arrojara una jarra de agua a su cabeza; fallé, pero a propósito; en su mayoría obedeci a su mandato de cualquier forma. Incluso un pequeño movimiento me dejó exhausto y sin aliento; si trataba de seguir adelante, empezaria a sentir estremecimientos calientes a través de mi piel y oiría un débil cruido de las llamas en mis oidos.

Emilio merodeaba mi habitación como un gato que se mantiene en el interior por la lluvia. Me trajo comida, cada vez se ofreció para alimentarme con la cuchara, y cada vez le golpee la nariz con la cuchara.

Belleza Cruel                                    (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora