||CAPÍTULO 13||

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Uno para todos, y todos para uno


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—Creo que perdiste, niño bonito —dijo el albanés con aspecto de menesteroso.

No lo miro. Ni le doy respuesta. Mantengo el semblante neutral. Sé que todos están armados, y que el que se encuentra enfrente de mí tiene el arma debajo de la mesa, preparada para dispararme. Si gano, me mata. Si pierdo; alardea y me mata. Y eso me da unos valiosos segundos de ventaja. Ellos son 70% pedofilia 10% corrupción, 5% mal aliento, 5% inmoralidad y 10% depravados. Aunque suene surrealista, es cierto. La estadística no falla.

«Sólo cuatro segundos más, y empieza la fiesta, putos»

Uno... «Planta media despejada»

Dos... «Ranger tiene la mercancía asegurada»

Tres... «Pony azul ya cerró el trato»

Cuatro... «Mato a los putos albanos»

Y, para el lunes, ya estaré en casa comiendo pizza con Coco. «Creo que ya me es imposible imaginar una vida sin esa pequeña bola de cebo bailarina»

Antes de que siquiera tengan tiempo de actuar, saco el revolver. Y sin pensarlo, disparo, traspasando la bala por el medio de su cráneo. «Amo los tiros limpios» . Una sonrisa se dibuja en mis labios, y no puedo evitar dejar que la adrenalina me consuma. Los otros cuatro en la habitación no se inmutan, y sacan sus armas de manera predecible; son albanos, ¿Qué podía esperar de ellos? Nunca me sorprenden.

Siento un cosquilleo en mi nuca, que me alerta de la presencia aparentemente discreta de uno de los malnacidos. Volteo ágilmente la pistola entre mis dedos y le doy con la parte trasera del cañón del revolver en la cara a uno, y me volteo para enfrentar al otro con un puñetazo directo en la cara.

—¿En serio, amigo? ¿Por detrás? Kjo është e modës së vjetër —me río, porque sé que el único albano que entendía español en el camarote fue al que le atravesé el cráneo con una bala—. Deberías intentar sorprenderme desde arriba. Claro, si eres Piter Pan.

Me tiro hacia un lado al escuchar el sonido del gatillo. Preparo mi arma, apunto, y disparo seguidamente para matar a los dos que están delante de mi. Me pongo de pie, sacudo mi pantalón de casimir y retomo la compostura.

Si vas a matar a alguien, hazlo con clase.

—Ranger, todo listo. Vámonos. Ve por Pony azul; los veo en la escotilla trasera en 5 —le informo por el audífono.

Este tarda en responder.

—Mierda, Eaxer. Creo que eso no se va a poder... tenemos problemas más grandes aquí abajo.

Tenso la mandíbula.

—¿Qué clase de problema, Ranger? —cuestiono, saliendo del camarote.

—Es... es una chica...

—¿Una chica?, ¿De qué mierda estás hablando? Si dejaste que una de las blancas jodiera el plan, te juro que...

Me interrumpe:

—No, Eaxer... no era una de las rehenes.

—Joder, Ranger. Pero qué mierd...

No puedo terminar la oración, pues escucho un fuerte estruendo proveniente de la parte baja del yate.

Espía Adolescente©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora