||CAPÍTULO 5||

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El frabulloso día

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Paralizada, así me sentía.

¿Cómo le devuelves a alguien un beso sin saber besar?

Ni siquiera sé qué pedo pinta la lengua allí dentro. No tengo idea, pero tampoco lo quiero descubrir. Siempre he huido del contacto físico, en especial el de los chicos. En la secundaría solían jugar verdad o reto, todos se manoseaban entre sí, como si fueran pelotas antiestrés, y se besaban como si se les fuera la vida en ello. Yo en cambio, pensaba que mi primer beso debía significar algo más que un reto, o algo por simple diversión; quería que fuera especial, posiblemente torpe, y extraño, pero especial...

¡No quería que me besara este pendejo de mierda! ¡A cagado mi primer beso!

Inmediatamente salgo de mi inmóvil trance, de un brusco golpe con mis manos en su pecho lo aparto de mi.

—¿¡Qué carajos haces, idiota!? —lo miro con desconcierto.

Eaxer muerde su labio inferior, y me mira con una de sus típicas expresiones seductoras.

«Lo lamento, pero esto no es un cliché. No pienso devolverle el jodido beso, y casarme con este infeliz, para que vivamos infelices en una piña debajo del mar»

—Pues... acabo de besarte, ¿no es lógico? Por un momento pensé que... —hace una pausa— Espera un momento, Alex Piterson, ¿No sabes besar? —desvío la mirada, y me doy la vuelta— No... ¿No has dado tu primer beso?.

Lo último lo dice como si se tratara de un hecho casi inaudito.

—Lo siento, debo irme...

Eaxer me toma del brazo, obligándome a voltear.

¿Qué tiene este pendejo con jalarme del brazo? Nadie me toca, a no ser que yo lo autorice.

—Espera, Piter pan, no te vayas.

Yo bufo.

—¿Para que te burles de mi? No gracias, pendejo.

—Bueno, admito que es extraño que aún existan labios vírgenes, mucho más siendo chicas de tu edad. Todas han recibido su primer beso, hasta Jenny Hament, la loquita que habla sola y come fruta en el almuerzo.

Ruedo los ojos y me vuelvo a voltear.

—Adiós, Eaxer.

Eaxer maldice por lo bajo.

—No te vayas... Lo siento, ¿si? Sólo soy sincero... no es un delito serlo.

Me trago el nudo en la garganta, aprieto mis puños, y lo enfrento.

—Pues... ¡No puedes andar por ahí diciendo lo que piensas! Eres cruel y un maldito al decir las cosas tan crudas y sin alguna pizca de empatía todo el tiempo.

Eaxer suspira pesadamente y exhala con brusquedad por sus fosas nasales.

—Lo lamento, no es mi intención serlo, sólo... me gusta siempre hablar con la verdad, si no lo hago, siento que me quedaré estancado como los demás embusteros de este mundo —hace una pausa—. Bien, te dije uno de mis secretos, o al menos algo mío. Ahora, tú debes decirme algo tuyo, algo que nadie más sepa.

Yo bufo y lo observo con incredulidad.

—Ja-ja, ¿Qué quieres que te diga? —arqueo una de mis cejas—. Que nunca he usado tampones porque temo no poder sacarlo luego de mi vagina, y que mi primer y único novio lo conocí en Second Life, y no duramos más de una semana.

Espía Adolescente©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora